miércoles, 22 de junio de 2016



60 años de Capitán Trueno

El Capitán Trueno, uno de los indiscutibles héroes del cómic  español, cumplía 60 años de su aparición entre mediados de mayo y principios de junio. Dentro de la colección Dan de la Editorial Bruguera, radicada en Barcelona. Las aventuras del denominado jefe de los cruzados españoles aparecían recogidas en una publicación quincenal en forma de cuadernillo de 17 por 24 centímetros. Eran 12 páginas de las cuales la primera era a todo color, la segunda en blanco y negro, habitualmente destinada a la publicidad, nueve ya de las aventuras del personaje medieval y la última en color azul.


Los creadores del Capitán Trueno eran,  en la parte artística el dibujante Miguel Ambrosio Zaragoza "Ambrós" (1913 - 1992), y en la escrita Víctor Mora (1931). Lo que parecía un personaje más del amplio repertorio del tebeo semanal de Bruguera, un tanto inspirado en el famoso Príncipe Valiente, de Harold Foster, -sus primeras andanzas se situaron en tierras de Palestina en tiempos de las cruzadas-,  se convertiría en un personaje de ficción de éxito y con vida propia que dejaría atrás a otros ídolos (El Guerrero del Antifaz, Juan Centella, Cachorro, Roberto Alcázar y Pedrín, Hazañas Bélicas y, como no, los muchos personajes de revistas emblemáticas de la época, tanto másculinas como femeninas),  que irían perdiendo fuelle y allanando el camino hacia una tirada importante para una época convulsa en todos los terrenos. 


Como buen tebeo de la época en que le tocó salir a la busca de un público ávido de aventuras, guionista y dibujante acertaron de pleno al conjugar una imaginación sin límites con una parte gráfica que se adaptaba perfectamente tanto al fragor de las batallas como al humor que se desarrollaba en las historias protagonizadas por el capitán y sus amigos. Crispín, Goliath y Sigrid eran uña y carne con Trueno, mientras que una larga lista de malvados aparecían en  el particular eje del mal que alimentaba de otros seres al popular tebeo.


El tiempo correría a favor del Capitán Trueno durante bastante tiempo, a pesar de los cambios de dibujantes, pues pasó de quincenal a semanal, se lanzarían especiales, revistas, las tiradas se mantendrían razonablemente altas e, incluso, sortearía con elegancia el cambio de sistema político. Es más, en este tercer milenio, el Capitán Trueno renace de vez en cuando en formatos impensables (cine, videojuegos), aunque alguna vez se le haya querido eliminar físicamente con una muerte nada creíble para los seguidores de tan ilustre luchador.


jueves, 2 de junio de 2016

La historia no oficial del Bosque de los Letrados

Libro sin duda polémico desde el anuncio de su publicación hasta tu esperada salida en la editorial Akal. Se trata de El cura y los mandarines, de Gregorio Morán, y subtitulado Historia no oficial del Bosque de los Letrados, casi 800 páginas que recogen el análisis sobre la relación entre cultura y política en España durante el periodo de tiempo comprendido entre 1962 y 1996. Acorde con el periplo vital y principalmente con las investigaciones llevadas a cabo por el autor, combativo periodista que no deja indiferente a quien se atreve a leer a la citada obra.

Morán advierte en el prefacio de las dificultades en la democrática España del tercer milenio cuando se va a contracorriente de quienes ejercen el poder desde la instancia que sea. En el caso concreto de su libro, el de la cultura, lugar y criadero para aprovechados y trepas de todo signo, como el personaje  -Jesús Aguirre- que se convierte en hilo conductor de ese entorno supuestamente letrado que abarca una parte destacada del siglo XX, que va desde el franquismo a la perdida del gobierno, tras cuatro legislaturas, por parte del Partido Socialista (PSOE).

Y en el prólogo, el autor explica, resume, muy bien el tiempo analizado en El cura y los mandarines: "Los minoritarios gestos estudiantiles del 56 en Madrid servían de fermento, pero la vida cultural y hasta política da un salto en 1962. El erial se iba rehabilitando. No se convertía en vergel, porque esos milagros se dan menos en la cultura que en la naturaleza, pero ya no era lo mismo. Una nueva generación pujaba por romper la costra del pasado".

Añade Gregorio Morán que esa visión del posible cambio era en realidad un espejismo. "Ese mundo que renacía en 1962 no era un bosque frondoso, pero tenía una voluntad, un vigor y un entusiasmo que el tiempo iría achicando. Serían siete años más tarde, con los sucesos de ese año terrible de 1969 cuando se perciba una cierta inflexión, apenas detectable entonces; hoy fácil de ver; porque el tiempo otorga perspectiva".

Y desde esa envidiable atalaya, se ve el amplio panorama de las letras españolas de buena parte del siglo XX y algo del tercer milenio, poblado por una curiosa fauna que sobrevive a veces gracias a su capacidad de alianza con los más fuertes, como esos pájaros que limpian los dientes de los temibles cocodrilos. Así aparecen descritos, valga el símil, bastantes intelectuales españoles, desde los vendedores de la guerra que los aupó a los perdedores que supieron adaptarse a las circunstancias, lo cual no impide que Morán reconozca el valor del algunos que no tuvieron a honra a doblar el espinazo gracias a su dignidad, lo cual no se puede decir de quienes por vanidad aparecen ridiculizados en El cura y los mandarines.