miércoles, 30 de septiembre de 2015

Un hombre que se parecía a Orestes



Orestes se puso en pie, ciñó la espada y abrochó la zamarra. Pregunto a Aquilino dónde había una buena posada, y el cerero le indicó que entrando a la izquierda por la primera calle estaba el Mesón Nuevo, que era de un genovés, y tenía vinos muy decentes, y las camas eran limpias. Orestes se despidió de Aquilino, muy agradecido, y prometió hacerle una visita al siguiente día, y contarle de su vida y nación. Montó a caballo y se dirigió hacia el Mesón Nuevo, pero al llegar a la primera travesía dio vuelta, alcanzó la alameda por detrás de la basílica y salió al campo. Se había levantado viento, las nubes cubrían el cielo y comenzaba a nevar. Caían copos finos como en la bola de nieve del cerero. Gruesas lágrimas rodaban por el rostro del príncipe. Nunca, nunca podría vivir en su ciudad natal. Para siempre era una sombra perdida por los caminos. Nevaba.

Página 227
Un hombre que se parecía a Orestes
Álvaro Cunqueiro
Premio Eugenio Nadal 1968



El universo literario donde se desarrollan coincide con el regreso de los héroes de la Guerra de Troya, tras la epopeya homérica, narrada en La Ilíada y que condiciona intensamente, la posterior Odisea. La vuelta al hogar tras los conflictos bélicos siempre ha generado episodios dramáticos. Los griegos los escenificaron con una gran riqueza de aspectos íntimos en relación a la psicología. El ambiente histórico se refiere al regreso de la guerra troyana, en que antes de partir y para alcanzar unos augurios favorables, Agamenón sacrifica a su hija Ifigenia; mientras que su esposa Clitemnestra, que permanece en el
hogar palacial, lo considera como la peor de las vejaciones. En consecuencia y para borrar el ultraje, ésta acepta el adulterio con el débil Egisto. Cuando Agamenón regresa es asesinado por medio de la conjura urdida por estos adúlteros y que, posteriormente, provoca la venganza del hijo y hermano de Ifigenia, Orestes, por instigación de otra hermana, Electra, perpetrada por el acto del matricidio, a modo de expiación: «los ejemplos de purificaciones son muy abundantes, baste recordar los muchos escritos sobre estas circunstancias referidos a personajes tan emblemáticos como Orestes y Heracles» . 

El clasicismo de tal tragedia griega supera los tiempos en que fue escrita. Sin ninguna clase de dudas, el hecho de recrear uno de los mitos más conocidos de la dramaturgia de todos los tiempos, alcanza una gran relevancia por su tema central sobre el arrepentimiento, la culpa y el perdón del matricida Orestes. No se pueden aislar cada uno de estos tres epítetos, uno lleva indefectiblemente al otro. La recreación de los caracteres teatrales entraña una manera de ser en el mundo y una visión particular de la existencia de Electra y Orestes en la tumba de Agamenón; con lo cual nos indica que los griegos ya la tenían en gran estima. En ese momento de contemplación del padre yacente, surge la idea de la justicia personal en forma de venganza, el matricidio.

El teatro griego en Un hombre que se parecía a Orestes, de Álvaro Cunqueiro
Jaume Alavedra i Regás
Universidade de Barcelona



Un hombre que se parecía a Orestes es la crónica de una venganza imposible a partir del
mito que versionó Esquilo. La novela comienza cuando, mucho tiempo después de la muerte de Agamenón, asesinado a su vuelta de Troya por su mujer, Clitemnestra, y el amante de ésta, Egisto, su hijo Orestes aún no ha regresado para cumplir la esperada venganza. Micenas es una ciudad fantasma sumida en la ruina, el espionaje y la represión. Los reyes se pudren en palacio esperando inútilmente a un Orestes que nunca llega, y cuando al fin lo hace es tarde para todos y tarde para él, que ha perdido la vida sin cumplir su destino pero sin olvidarlo, dudando como Hamlet porque, en el fondo, está enamorado de su madre, como Edipo. Los lectores españoles pudieron leer en su día esta novela como una alegoría sobre la inutilidad de la venganza pasados tantos años de la guerra civil. De hecho, ésta es la única novela donde Cunqueiro parece dialogar con la circunstancia histórica colectiva, y quizá por ello fue este relato, y no otros suyos, el que obtuvo un premio tan prestigioso como el Nadal en 1968. Por otra parte, con el Orestes el mito entra definitivamente en crisis: ya no encarna sólo el impulso positivo de goce vital, el Eros, sino que se va mezclando cada vez más con el tiempo destructor y con la muerte, Cronos y Tánatos.

Álvaro Cunqueiro, novelista (o en qué se parece una novela a un huevo)
Ana Sofúa Pérez Bustamante Mourier



El autor

Álvaro Cunqueiro Mora. (Mondoñedo, 22 de diciembre de 1911- Vigo, 28 de febrero de 1981). Estuvo en la Universidad de Santiago de Compostela, entre 1927 y 1934, como
estudiante de Filosofía y Letras. Durante su segundo año de universitario realiza colaboraciones en diferentes revistas, y en 1932 sale su primer poemario: Mar ao Norde, y un año después Poemas do sí e non. Continúa su labor en publicaciones periódicas como El Compostelano, Céltiga y Descobrimento.

Vinculado al nacionalismo conservador al estallar la guerra civil se refugia en la costa de A Coruña donde imparte clases. Con posteridad se afilia a Falange Española y se da de alta en el Registro General de Periodistas, lo cual le abre las puertas en diferentes diarios españoles. La labor periodística no le impide que siga con la edición de nuevos libros de poesía como Elegías y canciones (1940) y otros de teatro y narrativa en castellano.

Tras su ruptura con Falange, Cunqueiro decide dejar Madrid y el ambiente oficial para radicarse a partir de 1946 en Galicia, lugar en el que recupera sus colaboraciones periodísticas. En 1964 ingresa en la Real Academia Gallega. Dirige el diario Faro de Vigo y obtiene varios premios y galardones tanto en su labor de escritor como de periodista, trabajos que sólo serán interrumpidos por su muerte en el año 1981.

 El año 1991 se le dedica la celebración de las Letras Galegas. Su nombre está asocidado a diferentes galardones (periodismo gastronómico y textos teatrales).

Obras

1932.- Mar ao Norde
1933.- Poemas do si e non
1933.- Cantiga nova que se chama riveira
1936.- Nenia. Tres pequenas versiós tristes (Rosalía de Castro, Antonio Nobre, Enrique Heine)
1939.- Historia del Caballero Rafael
1940.- Elegías y canciones
1945.- San Gonzalo
1945.- Balada de las damas del tiempo pasado
1950.- Dona do corpo delgado
1951.- Rondeau en loor de un botánico del siglo XVIII que regresa de Cipango y Catay y todas las Indias
1954.- Crónica de la derrota de las naciones
1954.- Maside
1955.- Merlín e familia e outras historias
1956.- As cronicas do Sochantre
1956.- El caballero, la muerte y el diablo y otras dos o tres historias
1957.- Merlín y familia
1957.- Vigo, puerta del Atlántico
1957.- Cantiga nova que se chama riveira
1958.- O incerto Señor Don Hamlet, príncipe de Dinamarca (peza dramática en tres xorhadas)
1958.- Teatro venatorio y coquinario gallego
1959.- Las crónicas del Sochantre
1960.- Escola de menciñeiros e fábula de varia xente
1960.- Las mocedades de Ulises
1961.- Si o vello Sinbad volvese ás illas...
1962.- Viaje por los montes y chimeneas de Galicia. Caza y cocinas gallegas
1962.- Rutas de España: La Coruña, Lugo, Orense y Santiago, Publicaciones españolas
1962.- Cuando el viejo Simbad vuelva a las islas
1964.- Tesouros novos e vellos
1964.- Pesca y conservas. Itinerarios turístico-gastronómicos de la provincia de Pontevedra
1965.- El Camino de Santiago
1967.- Daniela y la estrella
1967.- Historia del ángel Adriel, guardián de la puerta sur del Paraíso
1968.- Flores del año mil y pico de ave
1968.- Lugo
1969.- Un hombre que se parecía a Orestes
1969.- El envés
1969.- Pontevedra, Rías Bajas
1969.- La cocina cristiana de Occidente
1970.- El descanso del camellero
1970.- Laberinto y Cía
1971.- Rías Bajas gallegas
1971.- Vigo y su ría
1971.- Xente de aquí e de acolá
1972.- Vida y fugas de Fanto Fantini della Gherardesca
1973.- A cociña galega
1974.- Don Hamlet e tres pezas mais
1974.- El año del cometa con la batalla de los cuatro reyes
1975.- La otra gente
1976.- Tertulia de boticas prodigiosas y escuela de curanderos
1977.- Soma de craridades
1977.- Monumentos y lugares más representativos de la comarca eumesa
1979.- Os outros feirantes
1979.- Laude de vírgenes románicas
1980-1991.- Obra en galego completa
1981.- Laude da camelia
1981.- Ollar Galicia
1981.- Ver Galicia
1982.- Arquitectura rural gallega
1981.- Historias gallegas
1982.- Historia de una isla llamada Brenda
1982.- Fábulas y leyendas de la mar
1983.- Antología poética
1982.- Cocina gallega
1984.- Tesoros y otras magias
1986.- Viajes imaginarios y reales
1988.- Los otros caminos
1988.- Hierba aquí o allá. Herba aquí ou acolá
1989.- El pasajero en Galicia
1991.- A máxia da palavra: Cunqueiro na rádio
1991.- Cunqueiro en la radio. Cada día tiene su historia y otras series: comentarios radiofónicos, RNE, A Coruña, 1956-81
1991.- Flor de diversos. Escolma de poetas traducidos
1991.- Herba aquí ou acolá
1991.- La bella del dragón. De amores, sabores y fornicios
1992.- O reino da chuvia. Artigos esquencidos
1992.- Encuentros, caminos y noticias en el reino de la tierra
1994.- Papeles que fueron vidas



lunes, 28 de septiembre de 2015

La balada del café triste

Cualquier persona puede ser amada. El ser más estrafalario del mundo es objeto de devoción para el amante fervoroso. El amor es una experiencia compartida pero no tiene que ser la misma para ambos. Existe el amante y el amado. Según Carson McCullers (Columbia, Georgia, 1917 – Nyak, Nueva York, 1967) en su inolvidable relato La balada del café triste escrito en el año 1951, es mejor ser amante porque “muchas veces la persona amada es sólo un estímulo para todo el amor dormido que se ha ido acumulando desde hace tiempo en el corazón del amante”. 

La teoría del amor que nos trasmite la escritora norteamericana parece penetrar en Amelia Evans la protagonista alta y morena “con huesos y músculos de hombre”. Una mujer de pelo corto hacia atrás que de repente se enamora de un jorobado tísico. ¿Qué descubre esa mujer en alguien tan adverso físicamente? No sabemos qué le da. Tampoco sabemos si hace el amor con ella, ni si tiene conversaciones interesantes, ni de dónde viene, ni que pretende. Sabemos que, eso sí, que aparece en la más absoluta pobreza y sin embargo, es capaz de sedución. “El valor y la calidad del amor están determinados únicamente por el propio amante”. Ella de pronto descubre en ese ser que su capacidad de amor carece de destino. Probablemente el hecho de que sea extranjero le predestina como objeto de su amor porque lo nuevo y lo no convencional le atraen ya que son un reto para ella que es una persona que necesita luchar.

Parece decirnos Carson McCullers que la calidad del amor es la misma siempre que el amante invente a su amado, y no importa demasiado el aspecto. Sólo el deseo permanente de amar para sentirse transformada. Y claro, es el amante quien posee la palabra y por lo tanto dota de sentido al amado. Quien puede articular el discurso del deseo está en posesión del poder del lenguaje. McCullers elabora una teoría del amor que sin duda está latente en nuestra manera de mirar el de mundo mediante el papel que nos otorgamos cuando amamos: elegir nosotros. La maravilla probablemente se encuentre en la ductilidad de los papeles, en saber que éstos pueden intercambiarse y de pronto sorprenderte con que eres el amante.

Concha García
Novelas de amor – La herida narcisista
ABC Cultural
Madrid, 15 de julio de 2000
Nº 442
Página 18


El apasionado amor individual (el viejo amor de Tristán e Isolda, el amor de Eros) tiene menos valor que el amor de Dios, que la amistad (el amor de Agape, dios griego de los banquetes, dios del amor fraternal), que el amor del ser humano. Eso fue lo que intenté demostrar en La balada del café triste, por medio del extraño amor de Miss Amelia por su primo Lymmon, el pequeño jorobado.

Carson McCullers
Esquire
Diciembre de 1959

Con La balada de el café triste, ocurrió algo distinto. Conocía un bar de Brooklyn, cerca de Waterfront, al que me gustaba ir con W.H. Auden y George Davis. Llegó esa mujer, a la que llamaban Submarine Mary, acompañada de un hombre bajito y jorobado. Y yo seguí charlando con mis amigos, que ni siquieran habían reparado en la escena. Luego regresé a mi casa del Sur, y, un día mientras oía música -a Berlioz, lo recuerdo bien-, la imagen del jorobado de Submarine Mary me vino a la cabeza, perfectamente nítida; vi su silueta y comencé a escribir La balada del café triste. Es lo que Henry James solía llamar “una preciosa partícula” y que yo llamó “iluminación”. Este tipo de cosas llegan sin haber sido pensadas. De ahí que el hecho de escribir sea extremadamente peligroso. Thomas Mann decía que un escritor es alguien a quien con frecuencia le resulta difícil escribir. Pues bien, le aseguro que, si hay una persona a quien le cueste hacerlo, ésa soy yo. […]

Sí, el infinito dolor que provoca el amar sin ser amado es un tema muy recurrente en mi obra. Estáclaro que todos los escritores tiene obsesiones, por muy diferentes que sean sus libros […]. Me siento muy feliz cuando veo que mi trabajo avanza. Pero, en la vida, generalmente soy feliz y doy gracias a Dios por estar en este mundo.

Carson McCullers

viernes, 25 de septiembre de 2015

Outland Rock, Pino Cacucci

La crónica negra, con su abundancia cotidiana, hace admisible el conjunto de los controles judiciales y de policía que rastrilla la ciudad: día tras día, narra una especie de batalla interna contra un enemigo sin rostro y, en esta guerra, configura el boletín cotidiano de alarma o de victoria. La novela negra que empieza a aparecer en forma de folletín y en la literatura de quiosco, asume el papel aparentemente inverso. Ante todo, tiene la función de mostrar que el delincuente pertenece a un mundo completamente distinto, sin relaciones con la existencia cotidiana y familiar.


Nothing left to do but run run run
Jim Morrison

Un oxidado sonido recorre las dos habitaciones y hace pegar un brinco al joven que está echado sobre la mesa de cocina.

La imprevista actividad del timbre exterior del patio tiene el pode de sumirlo en la inquietud. Se acerca cauto a la ventana. Ve el espejo retrovisor que encuadra perfectamente la entrada desde la cual alguien le está originando esta molesta emergencia. Dispuesto de esa manera, con una abrazadera remachada al tubo exterior del gas, el espejo le permite estudiar el aspecto de los intrusos antes de que éstos sobrepasen el segundo portal.

Se repite el sonido histérico del martillo que percute la campana polvorienta. Justamente ahora se diría que el tipo de fuera le ha cogido gusto a apretar frenéticamente el pulsador. La cancela nunca está cerrada a esa hora, por lo que el joven espera a desconocido avanzar por la grava. Los pelmazos más peligrosos son los de mediana edad con bolsa de plástico bajo el brazo y el típico aire resuelto que deriva de la costumbre de ejercer un oficio exageradamente mierdoso. No obstante, también los ha visto bastantes veces con atuendo deportivo y una edad similar a la suya, petulantes y alegres como escorpiones en celo.

Para no equivocarse, desde hace un tiempo sólo les abre a las caras conocidas, y a veces ni siquiera a éstas si juzga que el día no es apto para visitas.

En el recuadro del espejo se dibuja la tediosa figurilla de Mariella. Con una sonrisa liberadora abre de par en par la ventana, mientras malhumorado “Ya era hora” rebota desde el patio.


Pino Cacucci nació en 1955 en la localidad piamontesa de Alessandria. Es autor de I fuochi le ombre il silenzio (1988), estudio biográfico sobre la fotógrafa y actriz italiana Tina Modotti, desaparecida en México, en circunstancias aún hoy no aclaradas, en la época del asesinato de Trostky. Outland Rock es primer libro de ficción. El resto de novelas hasta ahora publicadas por Cacucci son las siguientes:


Puerto Escondido (Interno Giallo, 1990; ripubblicato Mondadori)
Tina (Interno Giallo, 1991; ripubblicato TEA; ripubblicato Feltrinelli)
San Isidro Futból (Granata Press, 1991; ripubblicato Feltrinelli, 1996)
Punti di fuga (Mondadori, 1992; ristampato Feltrinelli, 2000)
La polvere del Messico (Mondadori, 1992; ripubblicato Feltrinelli nel 1996)
Forfora (Granata Press, 1993; ripubblicato in edizione ampliata con titolo "Forfora e altre sventure" per Feltrinelli, 1997)
In ogni caso nessun rimorso (Longanesi, 1994; ripubblicato TEA; ripubblicato Feltrinelli, 2001)
Camminando. Incontri di un viandante (Feltrinelli, 1996)
Demasiado corazón (Feltrinelli, 1999)
Ribelli! (Feltrinelli, 2001)
Gracias México (eltrinelli, 2001)
Mastruzzi indaga (Feltrinelli, 2002)
Oltretorrente (Feltrinelli, 2003)
Tobacco, con Gloria Corica e Otto Gabos (Bande Dessinée, 2005)
Nahui (Feltrinelli, 2005)
Un po' per amore e un po' per rabbia (Feltrinelli, 2008)
Le balene lo sanno (Feltrinelli, 2009)
Sotto il cielo del Messico (Feltrinelli, 2009)
La giustizia siamo noi (Rizzoli 2010)
Nessuno può portarti un fiore (Feltrinelli, 2012)
Vagabondaggi (Feltrinelli, 2012)

Preso sin nombre, Celda sin número

Sé que debe haber un mensaje, o una conclusión. Pero eso sería una forma de poner punto final a una historia típica de este siglo, a mi historia. Y no tiene punto final. No he perdido ninguna de mis
angustias, nada de mi ideología, ninguno de mis amores ni de mis odios. Estoy esperando, excitado, apasionado. Sé que en cualquier momento, hoy o mañana estaré de vuelta lanzado a la gran aventura de ser un hombre independiente, un judío independiente. Sé también que el pueblo argentino no dejará de llorar a sus muertos, porque en su historia -muchas veces terrible- ha sabido ser leal a sus tragedias. Sé también que logrará vencer a los paranoicos de todos los extremos, a los cobardes de todos los sectores. Y sabrá ser feliz.
¡Alguien de ustedes miró alguna vez en los ojos a una persona, en el fondo de una celda, que sabe que va a morir aunque nadie se lo dijo? Sabe que va a morir, pero se aferra a su biología que quiere vivir, como una última esperanza, porque nadie le dijo que será ejecutado.
Tengo muchas de esas miradas clavadas en mí.

Cada vez que escribo o pronuncio palabras de esperanza, de confianza en el triunfo definitivo del hombre, me asusto: temo perder alguna de esas miradas. De noche las recuento, las recuerdo, las vuelvo a mirar, las limpio, las ilumino.
Creo que esas miradas, en las que he entrado en las cárceles clandestinas de la Argentina, y que he guardado conmigo una a una, fueron el punto culminante, el momento más puro de mi tragedia.

Están aquí conmigo. Y aunque quiera hacerlo, no podría no sabría cómo compartirlas con ustedes.



Jacobo Timmerman (Ucrania, 1923  Argentina, 1999) defendió los derechos humanos y la justicia
social. Desde el diario la Opinión, atacó constantemente las actividades ilegales tanto de las fuerzas militares y policiales como de las bandas terroristas. En los años 70 los desaparecidos ascendieron a unas 30.000 personas en la Argentina. En abril de 1977, Timmerman fue secuestrado por una facción del ejercito. Sin presentar acusaciones formales contra él se le tuvo preso durante 30 meses, en los que sufrió tortura y se le interrogó sobre su participación en actividades sionistas y de su lealtad a la Argentina. A pesar que la corte suprema indicó que no había razones legales para su detención, y en medio de peticiones internacionales, fue desposeído de su ciudadanía y expulsado de la Argentina.


El libro Preso sin nombre, Celda sin número describe la angustia y desesperación que sufrió el autor como prisionero. Además de privaciones y tortura, estuvo aislado. Describe también  el antisemitismo de algunos oficiales argentinos. Las habitaciones en que se interrogaba a presos judíos exhibían cuadros de Hitler en las paredes. En septiembre de 1979,  fue liberado el periodista..

Tras ser expulsado de la Argentina, vivió primeramente en Israel y después en Estados Unidos, hasta su regreso a la Argentina en 1984. Otros libros escritos por Timmerman fueron los titulados La guerra más larga: la invasión de Israel al Líbano; Chile, el galope muerto y Cuba: un viaje a la isla. Intentó desarrollar una nueva carrera en el periodismo desde la dirección del diario matutino La Razón, pero fracasó. Falleció en Buenos Aires el 11 de noviembre de 1999.



lunes, 21 de septiembre de 2015

La casa verde, Mario Vargas Llosa

Entre páginas:

Silenciosas, impulsadas por las pértigas, las canoas se arriman a la orilla y Fushia, Pantacha y Nieves, saltan a tierra. Se internan unos metros en la maleza, se acuclillan, hablan en voz baja. Entre tanto, los huambisas varan las canoas, las ocultan bajo el ramaje, borran las pisadas del fango de la ribera y a, su vez, entran al monte. Llevan pucunas, hachas, arcos, haces de virotes colgados del cuelo y, en la cintura, cuchillos y los cañutos embreados del curare. Sus rostros, torsos, brazos y piernas desparecen bajo los tatuajes y, como para las grandes fiestas, se han teñido también los dientes y las uñas. Pantacha y Nieves llevan escopetas, Fushía solo revólver. Una huambisa cambia unas palabras con ellos, luego se agazapa y, elásticamente, se pierde en el boscaje. ¿El patrón se sentía mejor? El patrón no se había sentido nunca mal, quién inventaba eso. Pero que el patrón no levantara la voz: los hombres se ponían nerviosos. Siluetas mudas, desparramadas bajo los árboles, los huambisas otean a la derecha e izquierda, sus movimientos son sobrios y sólo el destello de las pupilas y las furtivas contracciones de sus labios revelan el anisado y los cocimientos que estuvieron bebiendo toda la noche, en toda a una fogata, en el bajío donde acamparon. Algunos mojan en el curare los vértices forrados de algodón de los virotes, otros soplan las cerbatanas para expulsar las escorias. Quietos, sin mirarse unos a otros, esperan mucho rato. Cuando el haumbisa que partió surgue como un suavísimo felino entre los árboles, el sol está ya alto y sus lenbuas amarillas derriten los trazos del huiro y de achiote de los cuerpos desnudos. Hay una complicada geografía de luces y de sombras, se ha acentuado el color de los matorrales , las cortezas parecen más duras, más rugosas, y viene de arriba un ensordecedor vocerío de pájaros.

 
Carta de Julio Cortázar a Mario Vargas Llosa

Ginebra, 18 de agosto de 1965

Querido Mario:

A esta máquina le faltan todos los acentos; los iré poniendo a mano cuando relea esta carta, pero perdonarás que se me salten algunos. Por paquete certificado te devuelvo la novela, y espero que recibas las dos cosas sin demora. He dejado pasar una semana después de la lectura de tu libro, porque no quería escribirte bajo el arrebato de entusiasmo que me provocó La casa verde. Y sin embargo, ahora que voy a decirte algunas cosas sin pensarlas demasiado, dejando que la máquina vuele casi a su gusto, siento que el entusiasmo no solamente no ha disminuido sino que se ha afirmado, se ha vuelto ya eso que todo novelista quiere para su obra: recuerdo, memoria segura y firme. Quisiera decirte, ante todo, que una de las horas más gratas que me reserva el futuro será la relectura de tu libro cuando esté impreso, cuando no haya que luchar con esa “a” partida en dos que tiene tu condenada máquina (tírala a la calle desde el piso 14, hará un ruido extraordinario, y Patricia se divertirá mucho, y a la mañana siguiente encontrarás todos los pedacitos en la calle y será estupendo, sin contar la estupefacción de los vecinos, puesto que en Francia las-máquinas-de-escribir-no-se-tiran-por-la-ventana).

Sí, leer tu libro impreso va a ser una gran maravilla, porque volveré a vivir el largo viaje de Fushía y Aquilino, que me parece la viga maestra del edificio, o mejor, el hilo conductor de todo el tapiz, como en los diagramas geográficos la línea del nivel del mar parece regir todas las curvas ascendentes y descendentes, las montañas y las fosas submarinas. Y volveré a encontrarme con Bonifacia y con Lituma, con Nieves y con Lalita, para mí los personajes más vivos y logrados de la novela después de Fushía, o junto con él. Fíjate que así, soltándote unas primeras impresiones casi pasionales, te estoy dando ya una opinión sobre el libro; pero me parece necesario decirte, antes de seguir, alguna cosa sobre la totalidad del libro. Bueno, Mario Vargas Llosa. Ahora te voy a decir toda la verdad: empecé a leer tu novela muerto de miedo. Porque tanto había admirado La ciudad y los perros (que secretamente sigue siendo para mí Los impostores), que tenía un casi inconfesado temor de que tu segunda novela me pareciera inferior, y que llegara la hora de tener que decírtelo (pues te lo hubiera dicho, creo que nos conocemos). A las diez páginas encendí un cigarrillo, me recosté a gusto en el sillón, y todo el miedo se me fue de golpe, y lo reemplazó de nuevo esa misma sensación de maravilla que me había causado mi primer encuentro con Alberto, con el Jaguar, con Gamboa. A la altura de los primeros diálogos de Bonifacia con las monjitas ya estaba yo totalmente dominado por tu enorme capacidad narrativa, por eso que tenés y que te hace diferente y mejor que todos los otros novelistas latinoamericanos vivientes; por esa fuerza y ese lujo novelesco y ese dominio de la materia que inmediatamente pone a cualquier lector sensible en un estado muy próximo a la hipnosis (y eso no significa pérdida de lucidez, sino paso a otra forma de lucidez, que es el milagro de toda gran novela, de un Lowry o un Joyce Cary o un Dostoievski, y no te pongas colorado, peruanito, que yo no elogio así nomás a nadie, aunque sea un amigo muy querido).


El autor

Mario Vargas Llosa, nacido el 28 de marzo de 1936 en la ciudad de Arequipa (Perú). Realizó sus primeros estudios en Cochabamba, Piura y Lima, y será en la capital peruana, en concreto en la Universidad de San Marcos, donde hará los estudios de Letras y Derecho, en tanto que desempeña varios trabajos y a la vez publica sus primeras narraciones cortas. Un cuento le facilita un premio mediante el cual puede viajar al continente europeo en 1958.

Las primeras obras literarias más conocidas de Vargas Llosa son, entre otras, Los jefes (1959), La ciudad y los perros (1963), La casa verde (1966) -a la que le fue concedido el Premio Rómulos Gallegos- y Conversación en la catedral. Este último le abre el reconocimiento de crítica y púiblico más allás de las fronteras de las naciones hispanohablantes. Sus libros se irán traduciendo a diferentes idiomas y el conjunto de su amplia obra será tenido en cuenta por especialistas y estudiosos que sitúa al escritor entre los mejores de la narrativa en lengua española.

La lista de escritos del creador peruano no dejará de crecer con el paso del tiempo, así irán apareciendo obras en la década de los setenta del siglo pasado, mientras vive en Barcelona, como García Márquez, historia de un deicidio (1971), Historia secreta de una novela (1972) y Pantaleón y las visitadoras (1973), a las que seguirán La orgía perpetua (1975), La tía Julia y el escribidor (1977), La guerra del fin del mundo (1981), Lituma en los Andes (1993) -Premio Planeta-, La fiesta del Chivo (2000), La tentación de lo imposible (2005), Travesuras de la niña mala (2007), El sueño del celta (2010)...

Entre los galardones conseguidos por Mario Vargas Llosa hay que destacar los premios Príncipe de Asturias, Cevantes y Nobel de Literatura.

jueves, 17 de septiembre de 2015

 Ada o el ardor, Vladimir Nabokov


Novela de amor y ensueño, de horrores y ardores, en banal juego de palabras de su autor, tan lejano, tan complicado como un juego de palabras -scrable de nuestras relaciones personales de nuestros sueños íntimos raras veces por no decir jamás del todo compartidos-, como un juego de matroskas ilimitado. La de estos personajes de papel y sólo de papel es una larguísima relación amorosa que se pierde en la ancianidad cuando el libertino Van Veen ve reflejado en Ada todo aquello que su propio espíritu, orgulloso y difícil, buscaba en la vida, todo lo que frente a la mortecina realidad pudiera ser smart -inteligente, agudo, elegante, astuto, presuntuoso-, una niebla que envolvía y en cierta manera ocultaba todo lo que de furia contra el tiempo irreparable y su dolor había en su propia vida.
Miguel Sánchez - Ostiz


"Ada o Ardor: Una crónica de la familia" (su nombre completo) se extiende por 100 años. Es una historia de amor, una obra maestra erótica, una investigación filosófica sobre la naturaleza del tiempo. Casi el doble de tiempo que cualquier anterior novela de Nabokov, su prosa rica y variada se mueve desde el más oscuro a la más clara de las sonoridades como Nabokov evoca sensualmente la más amplia gama de delicias. Nabokov dijo una vez que "nació un pintor de paisajes", y él nunca hizo paisajes más luminosos "pintados" que en "Ada". Es un libro extraordinariamente visual, lleno de alusiones a los pintores y pinturas, y muchas escenas son cuadros vivos verdaderos de obras que van desde las ilustraciones de Beardsley para "Lisístrata" a los idílicos paisajes de Monet y Prendergast. A medida que la crónica familiar para poner fin a todas las crónicas, Ada es una especie de museo de la novela, y emplea la parodia para ensayar su propia historia.
Alfred Appel, Jr.


"A pesar de las numerosas complicaciones de la intriga y de la psicología de los personajes, la narración avanza al galope. Incluso antes de que hayamos tenido tiempo de recuperar el aliento y de contemplar tranquilamente el nuevo escenario en que nos ha “vertido” la alfombra mágica del autor, otra chiquilla encantadora, Lucette Veen, la hermana menor de Ada, es arrebatada por la atracción de Van, el irresistible libertino. El trágico destino de Lucette representa uno de los momentos más notables de este delicioso libro.

El resto de la historia de Van tiene por tema -presentado de una manera franca y colorista- su larga aventura amorosa con Ada, aventura que es interrumpida por el matrimonio de ésta, en Arizona, con un ganadero descendiente de uno de los fabulosos descubridores de América del Norte. Después de la muerte del marido, los amantes se reúnen de nuevo. Pasan la vejez viajando juntos, con estancia en numerosas villas, cada una más bella que la anterior, construidas por Van por todo el hemisferio occidental.


Un importante ornato de la crónica es la delicadeza del detalle pintoresco: una galería enrejada; un techo pintado; un bello juguete perdido entre los nomeolvides de un arroyo; mariposas y orquídeas en los márgenes de la novela; un velo lejano visto desde una escalinata de mármol; una corza heráldica que gira la cabeza hacia nosotros en el parque ancestral; y muchas cosas más".

Ada o el ardor
Vladimir Nabokov


Vladimir Nabokov (1899 - 1977). Escritor ruso-estadounidense, que nació en San Petersburgo, Rusia. Emigró a Inglaterra después de la Revolución Rusa de 1917 y se graduó en Cambridge en 1922. Se trasladó a los Estados Unidos en 1940. De 1948 a 1959 fue profesor de literatura rusa en Cornell University. Se trasladó a Suiza en 1959.

Es uno de los grandes novelistas del siglo XX. Nabokov era un escritor extraordinariamente imaginativo, a menudo a experimentar con la forma de la novela. Aunque sus obras son a menudo oscuras y desconcertantes <llenas de incidentes grotescos, juegos de palabras y alusiones literarias, resultan eruditas, ingeniosas, e intrigantes. Antes de 1940, Nabokov escribió en ruso bajo el nombre de V. Sirin. Entre sus primeras novelas  hay que mencionar María (1926, traducida en 1.970.) e Invitación a una decapitación (1938, traducida en1959). Su primer libro en Inglés fue La verdadera vida de Sebastian Knight (1938).

La obra de Nabokov más conocida es, sin duda, Lolita (1958). La historia de un enamoramiento intellectual europeo de mediana edad con una jovencita estadounidense de 12 años de edad.  Lolita fue considerada escandalosa cuando fue publicada por primera vez. Ada o el Ardor: Una crónica de la familia (1969) es una novela filosófica que es a la vez la crónica de una larga historia de amor incestuoso y una investigación sobre la naturaleza del tiempo. De Nabokov hay que destacar las novelas Barra siniestra (1947), Pnin (1957), Cosas transparentes (1972), y Mira los arlequines! (1974).

Los libros de poesía de Nabokov incluyen Poemas y Problemas (1970). Entre las colecciones de sus cuentos figuran Nine Stories (1947), Nabokov¹s Dozen (1958) y Una belleza rusa (1973); muchos de ellos se reúnen en Los Cuentos de Vladimir Nobokov (1995). Entre otras obras destacan un estudio crítico de Gogol (1944); traducciones del ruso, sobre todo una versión de cuatro volúmenes de Pushkin¹s Eugene Onegin (1964); y varios volúmenes autobiográficos, sobre todo Habla, Memoria (1966). Sus conferencias de la universidad, publicadas póstumamente, incluyen conferencias sobre literatura: británicos, franceses, alemanes y Escritores (1980) y conferencias sobre literatura rusa (1981). También logró una reputación internacional como especialista en lepidópteros.

- The Columbia Encyclopedia, sexta edición. 2001 

Fuente:  www.nabokov.com/

lunes, 14 de septiembre de 2015



Los primeros pasos literarios

Ana María Matute (1926 - 2014) pertenece al grupo de escritores que comenzaron a ser  conocidos en la segunda mitad del siglo XX, es decir aquel colectivo que alguna escritora denominó los niños de la guerra, algunos de los cuales las vida les colocó ante mundos inventados como los que la niña Ana María describía en su primer cuento ilustrado. De esa etapa de infancia precoz se han recuperado nueve relatos en total acompañados de varios dibujos que comprenden la etapa vital de la escritora entre los cinco y los diez años de edad.

Cuentos de infancia, de  Ana María Matute, fueron publicados por primera vez por la editorial Martínez Roca en 2002, después de que dichas obras permaneciesen depositadas durante bastante tiempo en la Universidad de Boston, centro al que los había donado la escritora.  

Los avatares de la vida, enfermedad, separaciones familiares, guerra y posguerra, no impidieron que la soledad asumida por Ana María Matute la condujese al resentimiento, todo lo contrario creó su propio mundo gracias a su intuición, sensibilidad y ganas de aprender que le permitieron refugiarse en mundos que ella misma creaba desde niña. Tanto era su entrega a su actividad preferida que en esos cuentos de la infancia ya se aprecian algunas de las constantes de sus obras futuras de joven, adulta y anciana.


La propia autora reconoce en relación con uno de los personajes de Cuentos de infancia: 'Yo soy como Volflorindo. Hasta los 11 años no me enteré de lo de los Reyes Magos. Me lo contaron mis padres y me puse a llorar, porque no quería dejar de creer. Me ha pasado durante toda mi vida, me he aferrado tanto a los sueños que a veces no me han dejado ver la realidad, y por eso me han tomado tanto el pelo y se han reído tanto de mí, y no es que yo no viera las cosas, no, es que no quería verlas. No estoy arrepentida; por lo menos me he salvado de otras cosas. No soy una mujer amargada. Con la mitad de lo que a mí me ha pasado en la vida, otras mujeres estarían amargadas; yo no lo estoy, tengo ilusiones, esperanzas y proyectos'.


martes, 8 de septiembre de 2015

Las señoritas visitadoras

Es una muchacha de rostro gatuno y mirada turbia. Un día, repentinamente, surgirá de las sombras del barrio, de su transpiración nocturna y maloliente, de su misma secreción estival y promiscua: igual podría ser del Guinardó que de Casa Baró o del Carmelo, nadie lo sabe, jamás ha sido vista en la parroquia. Ha venido caminando entre rocas y malezas, por la colina, desde algún cálido repliegue poblado de barracas, y durante un rato observa a distancia, desde la puerta de la tapia de la calle, la zona de recreo que se abre ante ella, el solar junto a la iglesia donde las aspirantes juegan al baloncesto. Luego entra y se para, se agacha y permanece en cuclillas y con la espalda contra la tapia, en la orilla polvorienta del campo de juego. Viste una bata blanca  con bolsillos y lleva en las manos, apretándola al pecho con recogimiento o fervor, como si llevara el viático, una vieja caja de zapatos cuidadosamente atada con cordeles.

El balón ha llegado rodando hasta sus pies, perseguido por una excitada y jadeante jugadora de las J.O.C., y ella lo patea facilitando a la jocista su recogida, y dice: “Por favor, las señoritas...”, pero apenas se la entiende, su voz es pura ronquera, malsana. Las aspirantes, en el terreno de juego, reclaman la pelota a su compañera. Ésta se agacha para atarse los cordones de las bambas al tiempo que observa las mechas rubias, enmarañadas y sucias de la desconocida, que ahora se incorpora y pone el pie sobre el balón: “Quiero  ver a las señoritas visitadoras “. En torno a sus rodillas maduras, descaradas, agresivas, sin edad y sin inocencia , ya no de muchacha, sino de mujerzuela, vuelan inquietos insectos nocturnos agobiados de calor. La inmaculada aspirante Nuria Claramunt recupera la pelota de un tirón. La  desconocida sonríe maliciosamente: “Te has comido la lengua, beata”. Casi niña y misteriosa viene de un burgo alegremente apestado y remoto, como un mensajero. Y la señorita aspirante, asustada, aparta los ojos sin responder, se incorpora con el balón e las manos y se aleja corriendo hacia el centro del campo, donde sus compañeras la increpan: “¡Corre, qué esperas, que esto no es un partido de tenis, señoritinga”, y todas la insultan, se ríen. La entrenadora suplente, con el silbato en la boca, ordena silencio y se reanuda el juego. Es un partido de entrenamiento con vistas al torneo diocesano, un caluroso día de septiembre, al anochecer.  Hay dos focos, todavía apagados, en el muro lateral de la iglesia, y los vestuarios, una barraquita pintada de azul, al pie del campamento. Una brisa suave teje y desteje finísimos velos de polvo, alas grises que planean en pos de las jugadoras. Suena el silbato y los chillidos de las aspirantes se elevan en el aire. Escurridizo, el balón de color terroso se confunde con las sombras de la noche perseguido por un ciempiés convulso y vociferante: juveniles y floridos ramos de brazos, manos trenzas, piernas y faldas entre nubes de polvo. 



 La oscura historia de la prima Montse (1970)
Juan Marsé (Barcelona, 1933)


  Otras novelas
    
    Encerrados con un solo juguete (1960, Seix Barral)
    Esta cara de la luna (1962, Seix Barral)
    Últimas tardes con Teresa (1966, Seix Barral), Premio Biblioteca Breve
    La oscura historia de la prima Montse (1970, Seix Barral)
    Si te dicen que caí (1973, Novaro), Premio México de Novela
    La muchacha de las bragas de oro (1978, Planeta), Premio Planeta
    Un día volveré (1982 Plaza & Janés)
    Ronda del Guinardó (1984, Plaza y Janés), Premio Ciudad de Barcelona
    El amante bilingüe (1990, Planeta), Premio Ateneo de Sevilla
    El embrujo de Shanghai (1993, Plaza y Janés)
    Rabos de lagartija (2000, Areté-Plaza & Janés), Premio de la Crítica y Premio Nacional     de Narrativa
    Canciones de amor en Lolita's Club (2005, Lumen)
    Caligrafía de los sueños (2011, Lumen)
    Noticias felices en aviones de papel (2014, Lumen)
    Una puta muy querida (2015)
 


La obra se Marsé se completa con relatos, artículos periodísticos y algunos ensayos. Varias de sus novelas cuentan con adaptaciones cinematográficas.

Para obtener más información sobre la vida y la obra de Juan Marse es recomendable leer la siguiente obra: