domingo, 25 de diciembre de 2011

Caperucita en Manhattan


El otro día al abrir el contenedor de la basura observé con sorpresa como varios libros aparecían esparcidos entre abultadas bolsas de diferentes colores y variopintos residuos urbanos. De los encuadernados sólo me decidí a recuperar uno de portada y contraportada de color amarillo canario. En la decisión salvadora de un destino incierto, pero maloliente, influyó que la obra no me era desconocida y poco importaba tenerla repetida aunque fuera en pasta blanda.






De Carmen Martía Gaite (1925-2000) quien mejor que su amiga y compañera generacional para hablar de su trabajo literario o de investigadora: "Su tiempo creador se extiende ante ella como un hilo continuo, un hilo sin fin del que va extrayendo horas de búsqueda, días de meditación, meses de trabajo. Tiempo de creación del que surgen novelas pobladas de memorias, introspecciones, personajes, situaciones, experiencias transformadas y elaboradas por la sensibilidad literaria de la escritora. Novelas que van aumentando en número, creciendo en maestría, pero sin perder la transparencia de aquel primer relato Entre visillos.


O ensayos sobre acontecimiento y usos, historia grande o chica, en los que asoma la Carmen Martín Gaite, estudiosa y docta en tantos saberes. Y luego están las conferencias, artículos, guiones, cursos, canciones... El tiempo de Carmen se extiende, se ensancha, se multiplica".  Añadía Joséfina Aldecoa en su libro sobre los niños de la guerra española que luego fueron escritores.


De su faceta literaria en el ámbito de la fantasía, como otras compañeras de su generación, Carmen Martín Gaite, aportó a su amplia obra el genio de su versatilidad plena de hondura y estilo. La novela se editó en 1990 en Las tres Edades, de Siruela, una colección abierta a personas de Ocho a ochenta y ochos años, según el lema publicitario de dicha editorial para ese apartado libresco.


Sinopsis: Sara Allen es una niña de diez años que vive en Brooklyn, Nueva York. Su mayor deseo es ir sola a Manhattan para llevar a su abuela una tarta de fresa. La abuela de esta moderna Caperucita ha sido cantante de music-hall y se ha casado varias veces. El lobo es mister Woolf, un pastelero multimillonario que vive cerca de Central Park en un rascacielos en forma de tarta. Pero el hilo mágico de este relato se centra en Miss Lunatic, una mendiga sin edad que vive de día oculta en la estatua de la Liberta y sale de noche para mediar en las desgracias humanas o, es necesario, llegar a regalar un elixir capaz de vencer al miedo".


Caperucita en Mahattan nada tiene que ver con su homónima Roja, dada a conocer universalmente por Perrault. Bueno, en algo se parece: en ese deseo de internarse por las calles de la gran ciudad sin advertencias de los peligros que le pueden acechar. Sin embargo, Martín Gaite libera a Sara Allen del final truculento escorado hacia la fábula que advierte de lo que le pasa a las jovencitas desvergonzadas que se atreven a hablar con el lobo. 


Según Mercedes Carbayo-Abengozar: "Con este cuento, Martín Gaite recrea una nueva visión del mundo en la que las mujeres se enfrentan a su destino y buscan su libertad a la vez que cambia la imagen típica de la mujer anciana representada siempre como bruja mala o abuelita indefensa. Las dos mujeres ancianas de este cuento son mujeres sabias, pero no usan su sabiduría en hacer bebedizos que duerman a la protagonista sino que la aconsejan para despertarla y encaminarla hacia la libertad. Son, en suma, mujeres responsables y autónomas".


Por su parte, la escritora había dicho de su Caperucita: "Por eso a mi caperucita no se la come el lobo, la sorbe el túnel incógnito y sombrío que lleva a la libertad", dijo años después la escritora sobre su obra.



Edgar Allan Poe (1809-1849)


Escritor de múltiples leyendas, el estadounidense Edgar Allan Poe fue recordado hace dos años por el cumplimiento de los dos siglos de su venida al mundo, por el que pasó como un meteoro que no dejó indiferente a quienes gustan de la literatura. Por encima de una vida marcada por la desgracia, de Poe permanecen sus obras para las que cualquier fecha y lugar son indiferentes, sólo es necesario tener ganas de encontrarse con uno de los escritores más sugestivos del siglo XIX que puso a la literatura estadounidense en el camino de la modernidad.


En mi caso no es necesario recurrir a fechas para destapar el tarro de las esencias poeanas, pero aprovecho para hacer proselitismo del escritor de Boston, de quien recomiendo diferentes obras, así como una interesante biografía escrita por el novelista francés de origén húngaro Georges Walter.


El primer libro se trata del titulado El escarabajo de oro y otros cuentos, todo un despliegue del talento de Poe a la hora de crear ambientes y apadrinar lo que se viene llamando novela policíaca desde el siglo XIX, en la que figuran como auténtico hitos fundacionales Los crímenes de la Rue Morgue y El misterio de Marie Rogêt, donde aparece Auguste Dupin, quizá el más viejo de todos los detectives analíticos, pero no por ello el más famoso como el tiempo demostraría . A esos relatos se añaden el que da título al libro y La carta robada, con lo cual ya se tiene una visión bastante amplia, aunque no de toda, la faceta de escritor de cuentos de Poe.


En segundo lugar cito esa poesía completa que tanto furor causó en diferentes generaciones, por ejemplo, en Francia, las de Baudelaire y Paul Valery, con poemas indiscutibles de la literatura escrita en inglés. Annabel Lee, Himno El cuervo, A Helena o Tamerlan.


 Luego están Fantasías humorísticas, una de las facetas literarias más desconocidas de Poe, la de escritor humorístico a su manera, quizá adelantado de lo que luego se llamaría humor negro, pues la ironía a menudo se acompaña del pesimismo en títulos como Los lentes, Las mil y dos historias de Scherezade o El charlatán de Helicón.


Para el final he dejado la novela Aventuras de A. Gordon Pym, con lo cual queda demostrado que Edgar A. Poe estaba dotado también para los recorridos largos, tan largos como esta obra en que deja una impronta luego continuaba con brillantez por otros escritores de lengua inglesa, pero esa es otra historia. De momento invitó a entrar con alegría en las obras citadas. De acuerdo hay más, sobre todo en lo relativo al relato corto, pero quedan para otro momento.


Como complemento a los libros antes citados apunto Poe, de Georges Walter, una biografía que sin perder la compostura literaria está repleta de rigurosos datos que acercan al Poe persona y rompen con algunos mitificados por quienes de verdad no conocían al escritor.


 Como se dice en la presentación de la citada biografía: "Cruzando los Estados Unidos del siglo pasado, por donde el ferrocarril y la prensa van barriendo a los cheyennes y bisontes, e introduciéndose en las ciudades hoy marcadas por su paso, Georges Walter sigue la pista de este indio sin tribu que quiso vivir hasta el fin de la noche su sueño lúcido y secreto y a quien sus libros le representaron en total, a lo largo de toda su vida, 300 dólares. El futuro nunca terminará de pagarle la deuda".

lunes, 19 de diciembre de 2011

Novalis, la nostalgia de lo invisible

En mis años adolescentes frecuentaba a menudo la poesía de Novalis e incluso me atrevía con su inacabada novela Enrique de Ofterdingen, lo cual me permitió acercarme a una de las figuras más representativas del romanticismo europeo que, por cierto, dejó su impronta en diferentes escritores contemporáneos. Friedrich Leopold Van Handerberg (1772-1801) representa la vida y obra truncadas por una muerte prematura, pero que dejó para la posteridad como legado, entre otros títulos, los Himnos de la noche , obra maestra del romanticismo, pues a la par los versos reúnen hondura filosófica y musicalidad. Su reconocimiento universal viene además por el espíritu reflexivo del conocedor de las ciencias aunque proviniese de una familia caracterizada por su alta espiritualidad.


Todo esto sobre Novalis viene a cuento porque el otro día descubrí en el montón de libros leídos por mi hija "Novalis. La nostalgia de los invisible", de Antonio Pau, y en la Editorial Trotta. Por lo que veo, el romanticismo también tiene pegada en los adolescente de hoy, quienes al igual que los seguidores del gran poeta alemán tienen la oportunidad de acercarse a "una vida truncada en plena juventud y una obra compuesta en su mayor parte por fragmentos: sobre una y otra se alza uno de los episodios más deslumbrantes de la poesía universal. Si la palabra poética ya es de por sí visionaria y trascendente, lo es más en la pluma de Novalis, cuya agudeza filosófica tuvo a su servicio una expresión de la máxima sutileza y del más delicado lirismo".

Los 22 capítulos del libro abordan no sólo la obra y vida de Novalis, pues se centran también en la sociedad de su tiempo, cuando la Sajonia natal del poeta y filósofo era uno de los mejores ejemplos de la Europa ilustrada, gracias a la cantidad de universidades que allí desarrollaban su labor formativa. El libro de Pau se completa con una interesante cronología, bibliografía sobre Novalis en varios idiomas y varios índices, entre los que hay que destacar el de las fotografías.

El autor del libro, Antonio Pau, fue galardonado con el Premio de Ensayo y Humanidades Ortega y Gasset en el año 1998 y es miembro del Instituto de España. Su obra abarca algo más de medio centenar de libros, entre los que hay que citar los titulados Rilke en Toledo (1997), Rilke. La belleza del espanto (2007) y Hölderlin. El rayo envuelto en canción (2008), así como las antologías poéticas Cuarenta y nuevo poemas (2008), Sonetos a Grete Gulbrsansson (2009), Poemas en prosa. Dedicatorias (2009) y Rusia en verso y prosa (2009).

martes, 13 de diciembre de 2011

Cuatro de Manuel Puig

El otro día al pasar con paso ligero ante el escaparate de una papelería de esas que tienen de todo un poco, desde periódicos a chucherías, también material escolar y hasta refrescos, pude leer un cartel que anunciaba la venta de libros rebajados. Sin pensármelo dos veces, entré y solicité al empleado que me dejase ver los ejemplares de saldo.


Me imaginaba la clásica oferta de libros sobrantes de alguna colección literaria de quiosco; pero en el montón se apilaban libros de bolsillo de escritores de buen leer, entre ellos varios títulos de Manuel Puig (1932-1990), un argentino que comenzó a ser conocido a finales de la década de los setenta, gracias sobre todo a su novela El beso de la mujer araña, cuya versión cinematográfica proyectó más la figura del errante escritor que la narración en sí. 



De esa obra puesta a la venta en 1976, que compré en la citada tienda, se puede ver aquí una página original escrita a máquina y corregida con bolígrafo por Puig. Sin embargo, como uno es animal de costumbres, a pesar de haberla ya leído, mi ojos enseguida se dirigieron a la portada de Pubis angelical, mi obra preferida del escritor argentino, sin menospreciar las demás a las que maniáticamente recurro a menudo cuando estoy frente a los libros ya leídos.


Quizás, uno que es hijo de una época en que la cultura popular campaba a sus anchas, es decir cine, radio, tebeos, cromos, televisión, música pop, se deja seducir por la escritura de Manuel Puig, de quien, según los chismes literarios, Vargas Llosa llegó a decir con desprecio que el argentino escribía como Corín Tellado. Eso fue antes de que el peruano diese a la imprenta La tía Julia y el escribidor y posteriores novelas emparentadas con el folletín puro y duro.

A lo que iba. También me llevé Boquitas pintadas y Maldición eterna. La segunda era la única que no había leído ni tenía, por tanto una grata sorpresa el haber entrado en aquella papelería. Sobre Pubis angelical dejo descripciones para los críticos que viven de ello. A mí me alegró las horas de guardia en un viejo cuartel de Levante cuando hacía la mili. Era la primera edición que lanzaba Seix Barral. ¡Cómo pasa el tiempo!



sábado, 10 de diciembre de 2011

Leonard Cohen, narrador

Leonard Cohen (Montreal, 1934) aunque estuvo muy unido a la música desde muy joven, faceta por la que es conocido a nivel internacional a partir de 1967, año de aparición de su primer elepé, ha desarrollado una larga y fructífera carrera literaria que se inicia a nivel bibliográfico en 1956 con la edición de Let Us Compare Mythologies (1956), primer libro de poemas del canadiense. Sin embargo, la faceta lírica de Cohen queda para otra fecha, ahora voy a recomendar las dos novelas publicadas antes de su fulgurante aparición en el ámbito de la música popular. Se trata de El juego favorito (1963) y Los hermosos vencidos (1966).

El juego favorito es mi preferida de las novelas de Cohen, quizá porque, en parte, ofrece un contenido autobiográfico en algunos casos sobre todo en esa línea de búsqueda de un destino del personaje principal, aunque también se nota la capacidad fabuladora escorada hacia las voces más representativas de la novela anglosajona a las que impone su melancólica mirada un Cohen joven pero agudo observador.

De Los hermosos vencidos dijo en su momento su autor que: "Creo haber dado todo que en aquel momento tenía. Intento llevar a cabo la entrega total; a veces lo consigo y a veces fracaso, pero es siempre una prueba de carácter. Quiero dominarme a mí mismo".
Ambas obras fueron escritas durante la estancia de Cohen en la isla mediterránea y griega de Hydra, donde estuvo acompañado de una de sus musas y mujer inmortalizada en la canción So long, Marianne.

Un jardín de Ferrara

La lectura de la novela El jardín de los Finzi Contini, de Giorgio Bassani (1916-2000) se produjo en mi caso después de haber visto la película del mismo título dirigida por Vittorio De Sica. En otras ocasiones fue al revés, la lectura de una novela me llevó a la sala de proyección, no con ánimo de comparar, para sentir las sensaciones que me produjo la lectura. También es verdad que, en determinados casos, dejé de leer o acudir al cine pues ya no necesitaba ninguna versión más de la obra vista o leída. 


Aunque Bassani colaboró al principio con De Sica, se produjo un desencuentro entre el cineasta y el escritor en la elaboración del film, pero, por mi parte, aunque la novela está por encima de la película, la película tampoco me desagradó. La intensidad de las 250 apretadas páginas de la novela es difícil de encajonar en una película que se basa más que nada en un mundo literario, pues El jardín de los Finzi Contini no es más que una parte de ese mundo literario que se extiende por La novela de Ferrara, donde se concentra la mejor narrativa de Bassani, un hombre polifacético que no dudó en escribir poesía, ensayo y guiones cinematográficos, entre otros géneros literarios.

Pier Paolo Pasolini no se equivocó cuando dijo que en Bassani lo importante es la lucidez con que se pone a describir el mundo según un modo propio e interior de juzgarlo, un modo absolutamente laico, claramente racional, pero basado en una fuerza emotiva original e inagotable. En El jardín de los Finzi Contini, esa emotividad cargada de un impresionante lirismo sirve para adentrar al lector en la relación de un joven judío con una adolescente de rica familia judía que vivirán los dramáticos momentos de las leyes racistas que el fascismo italiano aplicó de acuerdo con el nazismo. 




La novela remarca una época que termina y con ella muchas cosas más, pues el amor idealizado del joven narrador no llega a su culmen por culpa de la aparición de la muerte en su forma más devastadora como fueron los campos de concentración de la década de 1940. No obstante, El jardín de los Finzi Contini entra en la lista de las grandes novelas de amor del siglo XX, pero también en la reflexión sobre la caducidad de la vida.




Como bien dice el poeta Antonio Colinas, en la introducción de la obra editada por Espasa Calpe, en la colección Austral, pues algunas teorías apuntan a posibles conexiones de la novela con la biografía del autor: "Con un cierto origen real o simplemente ficticio, lo cierto es que el personaje central Micòl se abre paso entre los demás (y en las preferencias del lector) por su encanto y complejidad. Hablando de Micòl tenemos que volver a recordar el sentido de muerte que hay en este libro. Ella encarna ese sentido de perfección. La muerte, insisto, como algo natural, no morboso, que debe ser asumido. Esta idea la comparte la misma Micòl mientras contempla una barca destrozada...Ella rechaza al hombre que la ama simplemente porque el suyo es otro destino: un destino de muerte".