domingo, 25 de diciembre de 2011

Caperucita en Manhattan


El otro día al abrir el contenedor de la basura observé con sorpresa como varios libros aparecían esparcidos entre abultadas bolsas de diferentes colores y variopintos residuos urbanos. De los encuadernados sólo me decidí a recuperar uno de portada y contraportada de color amarillo canario. En la decisión salvadora de un destino incierto, pero maloliente, influyó que la obra no me era desconocida y poco importaba tenerla repetida aunque fuera en pasta blanda.






De Carmen Martía Gaite (1925-2000) quien mejor que su amiga y compañera generacional para hablar de su trabajo literario o de investigadora: "Su tiempo creador se extiende ante ella como un hilo continuo, un hilo sin fin del que va extrayendo horas de búsqueda, días de meditación, meses de trabajo. Tiempo de creación del que surgen novelas pobladas de memorias, introspecciones, personajes, situaciones, experiencias transformadas y elaboradas por la sensibilidad literaria de la escritora. Novelas que van aumentando en número, creciendo en maestría, pero sin perder la transparencia de aquel primer relato Entre visillos.


O ensayos sobre acontecimiento y usos, historia grande o chica, en los que asoma la Carmen Martín Gaite, estudiosa y docta en tantos saberes. Y luego están las conferencias, artículos, guiones, cursos, canciones... El tiempo de Carmen se extiende, se ensancha, se multiplica".  Añadía Joséfina Aldecoa en su libro sobre los niños de la guerra española que luego fueron escritores.


De su faceta literaria en el ámbito de la fantasía, como otras compañeras de su generación, Carmen Martín Gaite, aportó a su amplia obra el genio de su versatilidad plena de hondura y estilo. La novela se editó en 1990 en Las tres Edades, de Siruela, una colección abierta a personas de Ocho a ochenta y ochos años, según el lema publicitario de dicha editorial para ese apartado libresco.


Sinopsis: Sara Allen es una niña de diez años que vive en Brooklyn, Nueva York. Su mayor deseo es ir sola a Manhattan para llevar a su abuela una tarta de fresa. La abuela de esta moderna Caperucita ha sido cantante de music-hall y se ha casado varias veces. El lobo es mister Woolf, un pastelero multimillonario que vive cerca de Central Park en un rascacielos en forma de tarta. Pero el hilo mágico de este relato se centra en Miss Lunatic, una mendiga sin edad que vive de día oculta en la estatua de la Liberta y sale de noche para mediar en las desgracias humanas o, es necesario, llegar a regalar un elixir capaz de vencer al miedo".


Caperucita en Mahattan nada tiene que ver con su homónima Roja, dada a conocer universalmente por Perrault. Bueno, en algo se parece: en ese deseo de internarse por las calles de la gran ciudad sin advertencias de los peligros que le pueden acechar. Sin embargo, Martín Gaite libera a Sara Allen del final truculento escorado hacia la fábula que advierte de lo que le pasa a las jovencitas desvergonzadas que se atreven a hablar con el lobo. 


Según Mercedes Carbayo-Abengozar: "Con este cuento, Martín Gaite recrea una nueva visión del mundo en la que las mujeres se enfrentan a su destino y buscan su libertad a la vez que cambia la imagen típica de la mujer anciana representada siempre como bruja mala o abuelita indefensa. Las dos mujeres ancianas de este cuento son mujeres sabias, pero no usan su sabiduría en hacer bebedizos que duerman a la protagonista sino que la aconsejan para despertarla y encaminarla hacia la libertad. Son, en suma, mujeres responsables y autónomas".


Por su parte, la escritora había dicho de su Caperucita: "Por eso a mi caperucita no se la come el lobo, la sorbe el túnel incógnito y sombrío que lleva a la libertad", dijo años después la escritora sobre su obra.



Edgar Allan Poe (1809-1849)


Escritor de múltiples leyendas, el estadounidense Edgar Allan Poe fue recordado hace dos años por el cumplimiento de los dos siglos de su venida al mundo, por el que pasó como un meteoro que no dejó indiferente a quienes gustan de la literatura. Por encima de una vida marcada por la desgracia, de Poe permanecen sus obras para las que cualquier fecha y lugar son indiferentes, sólo es necesario tener ganas de encontrarse con uno de los escritores más sugestivos del siglo XIX que puso a la literatura estadounidense en el camino de la modernidad.


En mi caso no es necesario recurrir a fechas para destapar el tarro de las esencias poeanas, pero aprovecho para hacer proselitismo del escritor de Boston, de quien recomiendo diferentes obras, así como una interesante biografía escrita por el novelista francés de origén húngaro Georges Walter.


El primer libro se trata del titulado El escarabajo de oro y otros cuentos, todo un despliegue del talento de Poe a la hora de crear ambientes y apadrinar lo que se viene llamando novela policíaca desde el siglo XIX, en la que figuran como auténtico hitos fundacionales Los crímenes de la Rue Morgue y El misterio de Marie Rogêt, donde aparece Auguste Dupin, quizá el más viejo de todos los detectives analíticos, pero no por ello el más famoso como el tiempo demostraría . A esos relatos se añaden el que da título al libro y La carta robada, con lo cual ya se tiene una visión bastante amplia, aunque no de toda, la faceta de escritor de cuentos de Poe.


En segundo lugar cito esa poesía completa que tanto furor causó en diferentes generaciones, por ejemplo, en Francia, las de Baudelaire y Paul Valery, con poemas indiscutibles de la literatura escrita en inglés. Annabel Lee, Himno El cuervo, A Helena o Tamerlan.


 Luego están Fantasías humorísticas, una de las facetas literarias más desconocidas de Poe, la de escritor humorístico a su manera, quizá adelantado de lo que luego se llamaría humor negro, pues la ironía a menudo se acompaña del pesimismo en títulos como Los lentes, Las mil y dos historias de Scherezade o El charlatán de Helicón.


Para el final he dejado la novela Aventuras de A. Gordon Pym, con lo cual queda demostrado que Edgar A. Poe estaba dotado también para los recorridos largos, tan largos como esta obra en que deja una impronta luego continuaba con brillantez por otros escritores de lengua inglesa, pero esa es otra historia. De momento invitó a entrar con alegría en las obras citadas. De acuerdo hay más, sobre todo en lo relativo al relato corto, pero quedan para otro momento.


Como complemento a los libros antes citados apunto Poe, de Georges Walter, una biografía que sin perder la compostura literaria está repleta de rigurosos datos que acercan al Poe persona y rompen con algunos mitificados por quienes de verdad no conocían al escritor.


 Como se dice en la presentación de la citada biografía: "Cruzando los Estados Unidos del siglo pasado, por donde el ferrocarril y la prensa van barriendo a los cheyennes y bisontes, e introduciéndose en las ciudades hoy marcadas por su paso, Georges Walter sigue la pista de este indio sin tribu que quiso vivir hasta el fin de la noche su sueño lúcido y secreto y a quien sus libros le representaron en total, a lo largo de toda su vida, 300 dólares. El futuro nunca terminará de pagarle la deuda".

lunes, 19 de diciembre de 2011

Novalis, la nostalgia de lo invisible

En mis años adolescentes frecuentaba a menudo la poesía de Novalis e incluso me atrevía con su inacabada novela Enrique de Ofterdingen, lo cual me permitió acercarme a una de las figuras más representativas del romanticismo europeo que, por cierto, dejó su impronta en diferentes escritores contemporáneos. Friedrich Leopold Van Handerberg (1772-1801) representa la vida y obra truncadas por una muerte prematura, pero que dejó para la posteridad como legado, entre otros títulos, los Himnos de la noche , obra maestra del romanticismo, pues a la par los versos reúnen hondura filosófica y musicalidad. Su reconocimiento universal viene además por el espíritu reflexivo del conocedor de las ciencias aunque proviniese de una familia caracterizada por su alta espiritualidad.


Todo esto sobre Novalis viene a cuento porque el otro día descubrí en el montón de libros leídos por mi hija "Novalis. La nostalgia de los invisible", de Antonio Pau, y en la Editorial Trotta. Por lo que veo, el romanticismo también tiene pegada en los adolescente de hoy, quienes al igual que los seguidores del gran poeta alemán tienen la oportunidad de acercarse a "una vida truncada en plena juventud y una obra compuesta en su mayor parte por fragmentos: sobre una y otra se alza uno de los episodios más deslumbrantes de la poesía universal. Si la palabra poética ya es de por sí visionaria y trascendente, lo es más en la pluma de Novalis, cuya agudeza filosófica tuvo a su servicio una expresión de la máxima sutileza y del más delicado lirismo".

Los 22 capítulos del libro abordan no sólo la obra y vida de Novalis, pues se centran también en la sociedad de su tiempo, cuando la Sajonia natal del poeta y filósofo era uno de los mejores ejemplos de la Europa ilustrada, gracias a la cantidad de universidades que allí desarrollaban su labor formativa. El libro de Pau se completa con una interesante cronología, bibliografía sobre Novalis en varios idiomas y varios índices, entre los que hay que destacar el de las fotografías.

El autor del libro, Antonio Pau, fue galardonado con el Premio de Ensayo y Humanidades Ortega y Gasset en el año 1998 y es miembro del Instituto de España. Su obra abarca algo más de medio centenar de libros, entre los que hay que citar los titulados Rilke en Toledo (1997), Rilke. La belleza del espanto (2007) y Hölderlin. El rayo envuelto en canción (2008), así como las antologías poéticas Cuarenta y nuevo poemas (2008), Sonetos a Grete Gulbrsansson (2009), Poemas en prosa. Dedicatorias (2009) y Rusia en verso y prosa (2009).

martes, 13 de diciembre de 2011

Cuatro de Manuel Puig

El otro día al pasar con paso ligero ante el escaparate de una papelería de esas que tienen de todo un poco, desde periódicos a chucherías, también material escolar y hasta refrescos, pude leer un cartel que anunciaba la venta de libros rebajados. Sin pensármelo dos veces, entré y solicité al empleado que me dejase ver los ejemplares de saldo.


Me imaginaba la clásica oferta de libros sobrantes de alguna colección literaria de quiosco; pero en el montón se apilaban libros de bolsillo de escritores de buen leer, entre ellos varios títulos de Manuel Puig (1932-1990), un argentino que comenzó a ser conocido a finales de la década de los setenta, gracias sobre todo a su novela El beso de la mujer araña, cuya versión cinematográfica proyectó más la figura del errante escritor que la narración en sí. 



De esa obra puesta a la venta en 1976, que compré en la citada tienda, se puede ver aquí una página original escrita a máquina y corregida con bolígrafo por Puig. Sin embargo, como uno es animal de costumbres, a pesar de haberla ya leído, mi ojos enseguida se dirigieron a la portada de Pubis angelical, mi obra preferida del escritor argentino, sin menospreciar las demás a las que maniáticamente recurro a menudo cuando estoy frente a los libros ya leídos.


Quizás, uno que es hijo de una época en que la cultura popular campaba a sus anchas, es decir cine, radio, tebeos, cromos, televisión, música pop, se deja seducir por la escritura de Manuel Puig, de quien, según los chismes literarios, Vargas Llosa llegó a decir con desprecio que el argentino escribía como Corín Tellado. Eso fue antes de que el peruano diese a la imprenta La tía Julia y el escribidor y posteriores novelas emparentadas con el folletín puro y duro.

A lo que iba. También me llevé Boquitas pintadas y Maldición eterna. La segunda era la única que no había leído ni tenía, por tanto una grata sorpresa el haber entrado en aquella papelería. Sobre Pubis angelical dejo descripciones para los críticos que viven de ello. A mí me alegró las horas de guardia en un viejo cuartel de Levante cuando hacía la mili. Era la primera edición que lanzaba Seix Barral. ¡Cómo pasa el tiempo!



sábado, 10 de diciembre de 2011

Leonard Cohen, narrador

Leonard Cohen (Montreal, 1934) aunque estuvo muy unido a la música desde muy joven, faceta por la que es conocido a nivel internacional a partir de 1967, año de aparición de su primer elepé, ha desarrollado una larga y fructífera carrera literaria que se inicia a nivel bibliográfico en 1956 con la edición de Let Us Compare Mythologies (1956), primer libro de poemas del canadiense. Sin embargo, la faceta lírica de Cohen queda para otra fecha, ahora voy a recomendar las dos novelas publicadas antes de su fulgurante aparición en el ámbito de la música popular. Se trata de El juego favorito (1963) y Los hermosos vencidos (1966).

El juego favorito es mi preferida de las novelas de Cohen, quizá porque, en parte, ofrece un contenido autobiográfico en algunos casos sobre todo en esa línea de búsqueda de un destino del personaje principal, aunque también se nota la capacidad fabuladora escorada hacia las voces más representativas de la novela anglosajona a las que impone su melancólica mirada un Cohen joven pero agudo observador.

De Los hermosos vencidos dijo en su momento su autor que: "Creo haber dado todo que en aquel momento tenía. Intento llevar a cabo la entrega total; a veces lo consigo y a veces fracaso, pero es siempre una prueba de carácter. Quiero dominarme a mí mismo".
Ambas obras fueron escritas durante la estancia de Cohen en la isla mediterránea y griega de Hydra, donde estuvo acompañado de una de sus musas y mujer inmortalizada en la canción So long, Marianne.

Un jardín de Ferrara

La lectura de la novela El jardín de los Finzi Contini, de Giorgio Bassani (1916-2000) se produjo en mi caso después de haber visto la película del mismo título dirigida por Vittorio De Sica. En otras ocasiones fue al revés, la lectura de una novela me llevó a la sala de proyección, no con ánimo de comparar, para sentir las sensaciones que me produjo la lectura. También es verdad que, en determinados casos, dejé de leer o acudir al cine pues ya no necesitaba ninguna versión más de la obra vista o leída. 


Aunque Bassani colaboró al principio con De Sica, se produjo un desencuentro entre el cineasta y el escritor en la elaboración del film, pero, por mi parte, aunque la novela está por encima de la película, la película tampoco me desagradó. La intensidad de las 250 apretadas páginas de la novela es difícil de encajonar en una película que se basa más que nada en un mundo literario, pues El jardín de los Finzi Contini no es más que una parte de ese mundo literario que se extiende por La novela de Ferrara, donde se concentra la mejor narrativa de Bassani, un hombre polifacético que no dudó en escribir poesía, ensayo y guiones cinematográficos, entre otros géneros literarios.

Pier Paolo Pasolini no se equivocó cuando dijo que en Bassani lo importante es la lucidez con que se pone a describir el mundo según un modo propio e interior de juzgarlo, un modo absolutamente laico, claramente racional, pero basado en una fuerza emotiva original e inagotable. En El jardín de los Finzi Contini, esa emotividad cargada de un impresionante lirismo sirve para adentrar al lector en la relación de un joven judío con una adolescente de rica familia judía que vivirán los dramáticos momentos de las leyes racistas que el fascismo italiano aplicó de acuerdo con el nazismo. 




La novela remarca una época que termina y con ella muchas cosas más, pues el amor idealizado del joven narrador no llega a su culmen por culpa de la aparición de la muerte en su forma más devastadora como fueron los campos de concentración de la década de 1940. No obstante, El jardín de los Finzi Contini entra en la lista de las grandes novelas de amor del siglo XX, pero también en la reflexión sobre la caducidad de la vida.




Como bien dice el poeta Antonio Colinas, en la introducción de la obra editada por Espasa Calpe, en la colección Austral, pues algunas teorías apuntan a posibles conexiones de la novela con la biografía del autor: "Con un cierto origen real o simplemente ficticio, lo cierto es que el personaje central Micòl se abre paso entre los demás (y en las preferencias del lector) por su encanto y complejidad. Hablando de Micòl tenemos que volver a recordar el sentido de muerte que hay en este libro. Ella encarna ese sentido de perfección. La muerte, insisto, como algo natural, no morboso, que debe ser asumido. Esta idea la comparte la misma Micòl mientras contempla una barca destrozada...Ella rechaza al hombre que la ama simplemente porque el suyo es otro destino: un destino de muerte".




miércoles, 30 de noviembre de 2011



Mark Twain (1835-1910)


A rebufo y con permiso de Google recojo la imagen dedicada a Mark Twain por el 176 aniversario de su nacimiento. Ella me sirve para recordar a uno de los grandes escritores estadounidenses por boca de biógrafos y del propio escritor.


Samuel Langhorne Clemes moría a los 74 años, una edad bastante longeva si se tiene en cuenta que era la primera década del siglo XX cuando Mark Twain pasó para siempre a la posteridad por ser uno de los padres de la moderna narrativa de Estados Unidos. A su reconocimiento literario contribuyeron obras como las que aquí pongo como ilustraciones y recomiendo su lectura, aunque el escritor de Hannibal, a pesar de que nació en la pequeña población de Florida (Misuri), dejó tras su muerte una numerosa obra sin publicar.




 Alguno de sus biógrafos contabilizaba por lo bajo unas 800 obras, en las que prevalece la lucha a favor de la libertad y el progreso, combate que al final de su vida, llena de tragedias y algún sonado fracaso económico, se tiñó de aguda melancolía, pero quedan Tom Sawyer, Huckleberry Finn y otros personajes ficticios que dieron salida a la fina ironía del escritor sureño, uno de los máximos representantes de la literatura en lengua inglesa del siglo XIX, pero también fue mozo de recados, aprendiz de tipógrafo, periodista, soldado confederado, piloto de los barcos que recorrían el Misisipi, buscador de oro en el auténtico Oeste, aventurero, editor, negociante, viajero, conferenciante y hasta doctor honoris causa por la Universidad de Oxford.


"Hasta los doce o trece años cada año pasaba una temporada en la granja. La vida que llevaba allí con mis primos estaba lleno de encanto, y aún lo está en la memoria que tengo de ella. Puedo recordar el solemne crepúsculo y el misterio de los bosques profundos, los olores de la tierra, el suave aroma de las flores silvestres, el brillo de las hojas lavadas por la lluvia, el tamborileo de las gotas cuando el viento sacudía los árboles, el lejano martilleo de los pájaros carpinteros, y el tableteo amortiguado de los faisanes en lo más remoto del bosque".

"El mundo de Hannibal era muy pequeño, se hallaba alejado del mundo de la literatura, pero como oficial impresor Sam Clemens pronto pudo encontrar trabajo en otros lugares. A los diecisiete años, depués de visitar a su hermana Pamela en Saint Louis, se encaminó hacia Nueva York sin avisar previamente a su madre. En el diario de Orion aparecieron dos cartas que le escribió en agosto. Sam explica cómo viajó a nueva York en barco de vapor y en tren durante cinco días, haciendo un poco de turismo en Chicago, Rocheste y Siracusa".

 "Fui un mediocre piloto desde Saint Louis a Nueva Orleans, y mis cualidades de este oficio no me abrumaban. El sueldo era de 250 dólares por mes y mantenimiento, y por eso sentía otra vez deseos de encontrarme detrás de la rueda del timón y abandonar para siempre el vagabundeo".


"Poco a poco me fui familiarizando con el oficio y aprendía el truco de las fuentes informativas. Por lo tanto, pude dejar en paz a mi fantasía y llenar las dos columnas sin apartarme excesivamente del dominio de la realidad".


 "Durante varios años he tratado de dejar de escribir para publicar en cuanto podría permitírmelo. Por fin puedo y he guardado la pluma de escribir obras sin valor para ganar dinero. Lo que estaba deseando era una oportunidad de escribir un libro, sin reservas, un libro que no debería tener en cuenta los sentimientos de nadie, los prejuicios de nadie, las opiniones, creencias, esperanzas, ilusiones, engaños; un libro que debería expresar mi opinión, sin rodeos, en el lenguaje más corriente sin ningún tipo de restricciones. Pensaba que eso era un lujo impensable, un paraíso en la tierra. No había sino una condición bajo la cual podía ser posible la escritura de un libro así; sólo una: el saber que no vería la imprenta".

martes, 29 de noviembre de 2011


Cuentos para leer en invierno

El lugués Ánxel Fole (1903-1986) es uno de los escritores gallegos más destacados del siglo XX en el terreno del relato corto, pues en Galicia es apreciado por su amplia labor en dicho género literario, actividad que compaginó con el periodismo a lo largo de su vida y desde su juventud.


 Aunque asiduo ambientes galleguistas y progresistas desde sus años universitarios de la década de los 20 del siglo pasado, Fole no comenzó a publicar periódicamente obra literaria de forma regular hasta el año 1953 (A lús do candil) por el impacto que produjo en él la guerra civil española y la posterior posguerra, sobre todo para un hombre que pertenecía al bando perdedor, desde el cual sufrió la pérdida de amigos asesinados por el franquismo triunfante. Incluso su vida llegó a peligrar cuando el golpe triunfo en su ciudad natal, Lugo, desde donde tendría que salir hacia comarcas aisladas de la provincia que le servirían de inspiración en cuanto a paisajes, personajes y leyendas para sus libros.


 En esta recopilación en castellano, traducida y prologada acertadamente por Juan Soto, están recogidos relatos que se inspiraron principalmente en O Incio, O Courel y Quiroga, cuentos que responden en estilo a la tradición oral tan arraigada en la Galicia rural, aunque también en cualquier cultura del mundo. No es extraño, pues, que la fantasía, el misterio o el miedo, entre otros aspectos, estén muy presentes en la obra del escritor lucense, a quien recomiendo leer y releer, porque, por mucho que digan, su obra resulta intemporal, divertida, entretenida y reconfortante. ¿Por qué? Lean, además de la obra antes citada, Terra brava, Contos da néboa e Historias que ninguén cré. Merecen la pena.

sábado, 26 de noviembre de 2011


Intriga en el siglo XIII

César Mallorquí (Barcelona, 1953) ganó el Premio Gran Angular correspondiente al año 1999 por la novela La catedral, una obra orientada al público juvenil aunque este sector se nutre de una literatura en la que se mezclan diversos géneros en teoría destinados a los adultos, lo cual le confiere a esa supuesta creación literaria para los más jóvenes un éxito editorial hasta ahora por encima de la literatura seria.

La narración de Mallorquí viene a cuento porque nunca me había fijado en un texto suyo, pero los caminos de internet llegan a todas partes. Un día por casualidad me encontré con su blog, muy recomendable por cierto, descubrimiento que me abrió las puertas a un mundo literario hasta ahora desconocido. A esto añado que el otro día, en una de esas tiendas de segunda mano, compré el mencionado libro, del paquete como se dice por aquí y a un precio muy razonable. Así que, dada esta pequeña explicación, sigo.


Mallorquí no es un desconocido en el ámbito literaria, pues en su haber se encuentran registrados varios galardones como el concedido a La catedral, novela ambientada en el siglo XIII, y en la cual se concentran los ingredientes necesarios para hacer un texto atractivo. Es decir, César echa mano de intriga, fantasía, misterio, para adentrar al lector en el mundo de la Edad Media, por el que desfilan francmasones, constructores de catedrales, guerreros, templarios, campesinos, obispos y gentes características de un tiempo remoto pero no olvidado. Todo esto está aderezado con personajes atractivos como el joven protagonista Telmo, quien cubre su iniciación vital dentro de un marco de aventura y acontecimientos suficientes como para recargar a varias generaciones.
La catedral cumple su cometido de entretener, condición sine qua non de cualquier novela que se precie de ello. Sin duda, la sombra de otras catedrales literarias es alargada, la de Follet por ejemplo, pero Mallorquí realiza un notable trabajo literario que advierte que hay un escritor con clase, que desde su catedral ilumina al lector para acercarlo a un tiempo pasado.



Cómic marginal

Producciones Editoriales publicaba en 1975 El Rrollo cuando muchos de sus dibujantes, que colaboraban en equipo en cómics marginales, sufrían el acoso de la censura franquista. Aún no habían llegado a ser considerados profesionales de un arte que iniciaba un cambio radical en el fondo y en la forma. Nada tenían que ver con un género hasta entonces considerado representativo del público infantil-juvenil.


Dentro de una línea bronca, denominada más adelante chunga, los firmantes de las viñetas de este Rrollo eran Mariscal, Pepicheck, Farry, Roger, Fina, Palies, Nazario, Bordili, Capdevila, Villafuerte y Guilem, quienes se adherían a un movimiento alejado de la cultura oficial. Algunos forman parte de los clásicos del cómic, otros trabajan con éxito en otros ámbitos y unos pocos, no sé que es de ellos.

Sexo, drogas, rock and roll, violencia y otros asuntos menos risueños que los de los personajes de los tebeos de Bruguera, representaban elementos rompedores en aquellos años de búsqueda y evolución comiqueros se consolidaron a pesar de la oposición de parte de la sociedad bienpensante del tardofranquismo. En paralelo, había otros dibujantes y guionistas que en otra línea, pero también a favor de la libertad expresiva, trabajaban en la renovación del cómic, pero es otro capítulo a tratar en el futuro en el blog.

Otro chungo

Nasti De Plasti era el título de la revista de cómic editada en 1976 por Mandrágora que acogía en aquel tiempo a nutrido grupo de dibujantes que sobrevivían como podía de sus poco reconocidos trabajos artísticos.

 En plena transición hacia la democracia, la sociedad española caminaba a paso lento en lo relacionado con las libertades, pero la juventud lo cambió y a zancadas trataba de recuperar en poco tiempo lo que en otros lugares necesitaron años.

 Aunque alejados geográficamente del underground norteamericano, los enrrollados dibujantes con residencia en Barcelona elaboraron su particular universo del cómic marginal o alternativo que se nutría de otros mundos próximos de la juventud de los setenta: rock, sexo, drogas, ecología, anticapitalismo...


Aún pasarían unos años para profesionalizarse, pero mientras se iba tirando con una revista aquí otra allá. En Nasti De Plasti calaboraron Montesol, Roger, Mariscal, Ceesepe, Onliyou, Nazario, Pepuchek y Farri. Era el preámbulo a revistas en teoría más estables como Star y El Víbora.

jueves, 17 de noviembre de 2011


El literario Oeste

La lectura de libros de Mark Twain me sirve para buscar entre anaqueles viejas historias del Oeste que tanto entretuvieron y entretienen a generaciones y personas diferentes, unidas por el convencimiento de que su tiempo libre se lleva mejor cuando aparece un pistolero, un vaquero, un sheriff, un bandido, un indio, un buscador de oro, un o una chica de saloom. Y es que, ¿qué sería del cine sin las películas del Oeste? pues seguramente que su historia se habría escrito de otra manera; pero dejo de lado mi bizantinismo, voy al grano.




 "Charlie Ellis no sabía dónde se hallaba; no sabía hacia dónde se dirigía; todos sus bienes en este mundo eran las ropas que vestía; el seis-tiros que colgaba de su cinto, el caballo que montaba, la silla, las bridas y las espuelas. No tenía ni un centavo, ni un amigo en quinientas millas a la redonda. Y, sin embargo, silbaba y cantaba; iba orgullosamente montado en su caballo; y, de cuando en cuando, echaba una mirada de admiración al mundo que le rodeaba: un mundo solitario en aquellos instantes, pero muy hermoso".

Vuelvo a las anaqueles y recupero tres volúmenes de Historias del Oeste, de editorial Acervo (Barcelona), donde hay para dar y tomar aventuras desde los más conocidos como Bret Harte, Mark Twain, Stephan Crane, O' Henry y Jack London, escritores de prestigio como también lo son Charles Dickens, Howard Fast, Conrad Ritcher, McKinlay Kantor o William Faulkner, quienes cultivaron dicho género sin ápice de rubor, pues hay que tener en cuenta que, sin menospreciar a los de la primera lista, entre los de la segunda hay un Nobel de literatura y varios Pulitzer.

También están en los tres volúmenes historias escritas por Stewart Edward White, Dorothy Johnson, Edwin K. Sloat, Paul Horgan, Morgan Lewis, Thomas Allibone Janvier, William A. Baillie Graham o Ernest Haycox, entre otros, que representan lo más florido del género del infravalorado de "vaqueros", al que aún se aferran muchos lectores, y del que incluyo el comienzo de un relato de Eugene Manlove Rhodes, que se titula La sonrisa del muerto:




Pasé de largo por mi colección de viejas novelas del oeste, ampliamente ilustradas, y en la mayoría de los casos escritas desde los años 40 por españoles que tenían que ganarse la vida inventándose en el 99% un Oeste que no habían conocido ni geográficamente. Pero esa es otra historia, de la que ya hablaré más adelante. También dejó de lado un libro, para mí la primera aventura del Oeste, titulado Naufragios y comentarios, escritos en el siglo XVI por Álvar Núñez de Vaca, quien a su manera con inventiva, y evidentes silencios sobre lo que le convenía, hablaba de indios, bisontes y otros aspectos de los indígenas que habitaban el río Grande entre lo que en la actualidad son parte de Méjico y Estados Unidos.

 En fin, que enseguida me disperso por la amplia bibliografía relacionada con el Oeste americano, casi tanto como la lista de películas con dicha argumento de fondo, un Far West que no era tan épico, ni tan espectacular, pero que gracias al cine y la literatura alcanzo el grado de la mitología, la mitología moderna.
Amigos de la negra


La editorial Bruguera iniciaba en 1977, dentro de la colección Libro Amigo, la serie de novela policíaca que luego continuaría como novela negra con un formato muy popular, precios asequibles, cuidados diseños de las portadas y excelentes introducciones a cargo de especialistas en el citado género literario. La andadura de este tipo de narrativa en la referida editorial seguiría hasta la mitad de la década de los ochenta. En el camino quedaron las mejores obras de los escritores norteamericanos y europeos, entre otros, Dashiell Hammett, Raymond Chandler, Horace McCoy, Jim Thompson, Ross Macdonald, Chester Himes, Patricia Highmith, Margaret Millar, Boris Vian y James Hadley Chase.


La novela negra española también comenzó a ser conocida de la mano de autores como Mario Lacruz, Jaume Fuster, Andreu Martín y Carlos Pérez Merinero, aunque también conocimos la mejor narración policíaca del argentino Osvaldo Soriano. Como se puede apreciar en la lista de títulos, la evolución de la serie fue desde los autores norteamericanos más conocidos a otros no tanto, pero sí en Estados Unidos, para luego dar entrada a autores europeos.


El cierre de Bruguera en 1986 dejó tras de sí un abundante legado editorial, libros, revistas y cómics, del que disfrutaron diferentes generaciones de españoles y latino americanos. Muchos títulos se pueden encontrar en tiendas de segunda mano, librerías de viejo, rastros, mercadillos e internet. En el caso de la novela negra siempre se producen interesantes hallazgos en alguno de esos lugares. Así los buscadores de novelas populares disponen de una excelente actividad no exenta de premio cuando se encuentra un libro que interesa.



Primeros títulos de la serie negra

Dinero sangriento. Dashiell Hammett
La ventana siniestra. Raymond Chandler.
Nadie es inocente. Wade Miller.
Di adiós al mañana. Orase McCoy.
Viernes 13. David Goodis.
Marcada por la sospecha. Charles Williams.
Un asesino en las calles. Gil Brewer.
Todos muertos. Chester Himes.
El gran golpe. Dashiell Hammett.
La cueva de los filósofos. Giorgio Scerbanenco.
El hombre enterrado. Ross Macdonald.
Paso fatal. Wade Miller.
Luces de Hollywood. Orase McCoy.
El arrecife del escorpión. Charles Williams.
El caso Galton. Ross Macdonald.
Cosecha roja. Dashiell Hammett.
Un ciego con pistola. Chester Himes.
El halcón maltés.
La llave de cristal. Dashiell Hammett.
Playback. Raymond Chandler.
El martillo azul. Ross Macdonald.
Asesino en la lluvia. Raymond Chandler.
Eleven mi horca. Geoffrey Homes.
La bella durmiente. Ross Macdonald.
La dalia azula. Raymond Chanlder
El otro lado del dólar. Ross Macdonald.
Bay City Blues. Raymond Chandler.
Escupiré sobre vuestra tumba. Boris Vian.
Triste, solitario y final. Osvaldo Soriano.
James Hadley Chase. El secuestro de Miss Blandish..
Un montón de huesos. J.P. Manchette.
Primera sangre. David Morrell.
La dama del lago. Raymond Chandler.
Golpe final. Dick Francis.
Corre, hombre. Chester Himes
.



lunes, 24 de octubre de 2011

Enric Sió y Mara

Enric Sió (1942-1998) es uno de los nombres indiscutibles del cómic español que a partir de la década de 1970 alcanzó un lugar destacado a nivel internacional gracias a, entre otras obras, la serie titulada Mara, un personaje, según la crítica de la época, que piensa en voz alta, y que no cree en la existencia del mundo en que vive porque siempre lo pone en tela de juicio. La serie consta de 11 episodios realizados entre 1970 y 1971 que aparecieron en la revista Boccaccio bajo los títulos Rito, Sita, Mara, Derek, David, Gustav, Mico, Chico, Cera, Aquello y Roux. Luego siguieron La hija del dictador, Se busca delfín, Se llamara como su mamá, El día de San Ignacio y la fachada norte.


La revista Sunday recuperó tres capítulos inéditos de la joven díscola, uno de los cuales, Se llamaba como su mamá. Mara es el personaje más conocido de Sió, dibujante, guionista y fotógrafo, que se incluye en el apartado del cómic para adultos, en el sentido de que sus dibujos constituían una ruptura no exenta de experimentalismo en relación con la historieta tan lineal, salvo excepciones, hasta la muerte de Franco en 1975. En la obra de Sió se nota que la hora de trabajar guión y dibujo está separados.

Para Francisco Lladó . "En la primera, parte de una mínima idea sobre la que trabajar y su tratamiento puede variar entre la redacción previa y la versión definitiva del texto dejando que éste vaya surgiendo a medida que la historia toma cuerpo. Una vez que el guión está escrito, Sió fotografía personalmente las cosas que le interesan, para luego dibujarlas, configurando la segunda fase de su trabajo. El resultado es una obra casi exclusivamente en blanco y negro, influenciada por la narrativa del primer cine ruso. " (Los cómics de la transición -El boom del cómic adulto 1975-1984-.La obra gráfica de Sió se completa con otros títulos como Lavinia 2016 (1967), Nus y Sorang (1967), Air Ace Picture Library ( 1967-68), Aghardi (1969), Mis Miedos (1970), Historia de Francia (1974), Lord Shark 1975), Nuovi Soldatini di Carta. (1976), Autodafe (1977) y Profanadores de Tumbas (1979).

La obra gráfica de Sió se completa con otros títulos como Lavinia 2016 (1967), Nus y Sorang (1967), Air Ace Picture Library ( 1967-68), Aghardi (1969), Mis Miedos (1970), Historia de Francia (1974), Lord Shark 1975), Nuovi Soldatini di Carta. (1976), Autodafe (1977) y Profanadores de Tumbas (1979).

jueves, 13 de octubre de 2011

Cartas y otros escritos de Chandler

De Raymond Chandler (1888-1959) se sabe que es uno de los autores de noveleas de género negro más famosos del siglo XX. No obstante, Chandler también fue guionista, autor de artículos y escritor de cartas.


Hacía tiempo que no veía este libro, hasta que lo encuentras en un momento de esos cuando andas buscando una obra que no aparece para documentar un trabajo. Si no recuerdo mal, esta publicación la había comprado allá por los años setenta cuando era estudiante en una librería del madrileño barrio de Arguelles, a la que iba de vez en cuando, es decir pocas veces pues el presupuesto no daba para mucho, porque tenían obras editadas en Latinoamérica, sobre todo de Argentina, como la de Chandler, de Ediciones La Flor.

En un primer momento la portada del libro captó mi atención cuando ojeaba entre las baldas de la librería. En cuanto ví que era de Chandler no dudé en comprarlo, porque por aquel tiempo ya me había leído todas sus novelas largas y parte de los relatos editados por Bruguera en libro de bolsillo.

La primera carta esta fechada el 10 de noviembre de 1950. Dice:
...Nací en Chicago, Illinois, hace ya tanto tiempo que desearía no haberle contado a nadie cuándo. Tanto mi padre como mi madre provienen de una familia cuáquera. Ninguno de los dos fue un cuáquero practicante. Mi madre nació en Waterford, Irlanda, en donde había una escuela cuáquera muy famosa, que puede ser que aún esté. Mi padre proviene de una familia campesina de Pensilvania que formaba parte, probablemente, de la camada que se estableció con William Penn. Cuando tenía siete años me agarró la escarlatina en un hotel y, hasta donde yo sé, esta es una hazaña muy rara. Lo que más recuedo son los helados y el placer de arrancarme la piel muerta durante la convalecencia".
La última parte del libro recoge el fragmento de la novela inconclusa de Chandler, The Poodle Springs Story. Pasados varios años, el escritor Robert B. Parker, autor también de novela policíaca, terminó la última aventura de Marlowe. Parker había dicho: "Crecí deseando ser Raymond Chandler y ahora, en cierto modo y con esta oportunidad que se me ha brindado, lo soy".

Las cartas recogidas en el libro sirven también para descubrir las filias y fobias de Chandler, quien incluso se atreve a opinar sobre la forma de escribir novela policial, cuando no saca a relucir sus manías y sus miedos. Por tanto, la obra es un excelente documento para descubrir aspectos inéditos de un autor imperecedero.

jueves, 6 de octubre de 2011


Chandler en corto

...Con todo esto se acabó la depresión. Mientras recorría de norte a sur la costa del Pacífico en un automóvil empecé a leer revistas de papel barato (pulps magazines), porque costaban lo suficientemente poco como para que se las pudiera tirar y porque nunca me gustaron para nada las llamadas revistas femeninas. Esto sucedía en los días gloriosos de Black Mask (si es que se pueden llamar gloriosos) y lo que me sorprendería era que algunas de las cosas estaban escritas con fuerza, aunque en parte estuvieran sin pulir. Resolví que ésta era una buena manera de aprender a escribir ficción y de conseguir al mismo tiempo un poco de dinero. Me pasé cinco meses trabajando en una novela corta de 18.000 palabras -Blackmailers Don't Shot (1933), traducida al español  Los chantajistas no matan- y la vendí por 180 dólares. A partir de entonces ya no miré hacia atrás, pesar de que muchas veces mirar hacia adelante me llenaba de inquietud. El sueño eterno lo escribí en tres meses...



El extracto de una carta dirigida a Hamis Hamilton y fechada el 10 de noviembre de 1950 recoge las palabras de Raymond Chandler (1888-1959) en relación con sus comienzos de escritor de novela policíaca a la edad de 45 años, cuando ya había pasado por una boyante etapa de ejecutivo en empresas petrolíferas, actividad de la que cayó en picado tras el crack de 1929 y dejó al futuro novelista en el paro como a millones de sus compatriotas. De esta manera me sitúo cuando llega el momento de abordar la faceta de escritor de relatos cortos de Chandler, a la que llegué antes que a la de novelista. De esa manera supe por ejemplo lo que era canibalizar los relatos como decía el escritor estadounidense cuando se refería a aquellos cuentos que luego utilizó para adaptarlos a algunas de sus obras largas más representativas, entre las que figuran la ya citada anteriormente El sueño eterno, Adiós muñeca y La dama del lago.


El relato corto constituye una fuente inagotable para seguir la evolución del escritor que, junto con Dashiell Hamett, sentó las bases de la denominada novela policial o novela negra. Aunque en España, la obra de Chandler se publicó de forma un tanto dispersa, tuvo que ser la editorial Bruguera en la segunda mitad de los setenta la encargada de poner en la calle la obra completa del escritor norteamericano. 

Se pueden comprobar que no son todas las novelas de Chandler, pero hay que pensar en el enorme esfuerzo, inventiva y habilidad para colocar partes y capítulos de diferentes relatos en novelas que en la actualidad continúan cautivando a miles de lectores de todo el mundo.
En diferentes etapas, y con distintas portadas, se editaron y reeditaron los relatos y novelas de Chandler, de quien la primera obra en la colección Novela Policíaca, de Libro Amigo, de la mencionada editorial catalana, fue La ventana siniestra, aparecida en febrero de 1977, a la que siguió Playback -junio de 1978- y luego la primera entrega de relatos cortos Asesino en la lluvia (agosto de 1978). Asesino en la lluvia recoge el relato que da título al libro, El hombre que amaba a los perros, El telón, ¡Busquen a la muchacha! y El jade del mandarín. Asesino en la lluvia y el telón, aparecidas en 1935 y 1936 en la revista Black Mask.


Las tres restantes antes mencionadas también fueron convenientemente canibalizadas para la segunda novela de Chandler: Adiós muñeca. Hay que señalar que los relatos sirven para ver el origen del detective Phlip Marlowe, aunque en ellos aparezca con otros nombres, como Carmady, John Dalmas o John Evans.

Y es que Chandler dijo: "Marlowe nació de las revistas. No es una sola persona"."Marlowe es el desarrollo de un personaje usado en novelas breves". "Mide un poco más de un metro ochenta y pesa unos ochenta y dos kilos. Pelo castaño oscuro, ojos marrones, la expresión regularmente atractivo no lo contentaría para nada. No creo que tenga apariencia de todo, puede serlo. Si alguna vez hubiera tenido la oportunidad de elegir un actor de cine que representara mejor la imagen que yo tengo de él, creo que tendría que haber sido Gary Grant".


Las aventuras del detective continuaron en los recopilatorios editados por Bruguera bajo los títulos Bay City Blues, El simple arte de matar, Sangre española, Viento rojo, Peces de colores y El lápiz. En algunos de los libros a modo de introducción, aparecen opiniones de Chandler sobre la novela policíaca, a la que aportó un nuevo concepto de detective, pues su antihéroe estuvo siempre más preocupado por ayudar a la gente que por ganar dinero. Se puede hablar de una especie de justiciero que piensa que el crimen puede ser derrotado.